Colecciono y escribo cuadernos desde 2009. Algo que empezó de forma casual, tras el consejo de una amiga, se ha convertido con el paso de los años en parte de mí hasta un punto que no me visualizo sin un cuaderno en la mochila o el bolso.
¿Pero qué escribo exactamente en el cuaderno?
El inicio de la escritura en cuadernos
Todo comenzó allá por 2009. En aquel entonces estaba intentando escribir una historia, una novela (que he intentado escribir muchas veces y siempre se ha quedado en un borrador endeble). Hablando con mi amiga Elena un día sobre el tema me recomendó llevar encima un cuaderno para ir apuntando ideas. Decidí hacer caso del consejo y me compré un cuaderno chiquitito y muy mono, portátil y fácil de llevar encima. Algo que me diese ganas de tener encima y de escribir en él. Ya me había pasado antes eso de tener algún cuaderno bonito y no querer gastarlo para no estropearlo.
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Un puñadito de ideas, páginas arrancadas, chorradas varias y papelitos por medio después el llevar un cuaderno encima comenzó a cobrar sentido y conforme se acercaba el final de ese cuadernito empecé a pensar en el siguiente cuál sería. Y de ahí al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… hasta el momento actual, que suman en total veintiocho contando el que estoy usando ahora.
El contenido del cuaderno
Lo que quiso ser para recopilar ideas para una novela se ha ido convirtiendo, con los años y la escritura, en un cajón desastre para todo. La única variable que no ha cambiado desde el segundo cuaderno, allá por 2011, hasta ahora es que el comienzo de toda sesión de escritura es la fecha.
Puede parecer una tontería, pero encontrar información útil y poder ponerle fechas en ese cuaderno primero a veces es imposible. Por contexto puedo intentar deducir cosas, pero poco más al no tener esas fechas apuntadas. A estas alturas poco puedo sacar de ahí, pero cuando he intentado recopilar ciertas notas y tirar del hilo a lo largo del tiempo para mi proyecto literario actual he echado de menos esas fechas que me faltan.
Por suerte, han cambiado mucho las cosas. Y hoy en día este cuaderno es una extensión más de mi mente creativa.
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¿Y qué contienen hoy en día las páginas de mi cuaderno?
- Ideas para futuras entradas del blog en diferente grado de desarrollo. Pueden ir desde una línea a modo de futuro título, el esquema que quiero seguir a la hora de redactar esas entradas o, con el paso de la semana, el grueso del texto que luego sale aquí publicado. Pensarlas y escribirlas con antelación, antes de venir al ordenador, me permite muchas veces desarrollar puntos que luego amplío con mejor visión y más calma antes de publicarlas. Otras veces me viene bien porque no tengo demasiado tiempo, las escribo rápidamente en papel y solo me queda pasarla a limpio, añadir los links y poco más, por lo que me facilita el trabajo.
- Flujo de pensamiento. Lo que me esté rondando en esos momentos, a modo de desahogo. Es un ejercicio genial cuando me siento poco inspirada o cuando veo que tengo demasiadas cosas en la cabeza. Suelto lastre y después de eso la creatividad se ve de otra manera.
- Bocetos de poemas. Con sus erratas, tachones, flechitas saliendo hacia todas partes, asteriscos a versiones de un mismo verso y todo lo que se tercie. Muchos de esos poemas se quedan ahí, no llegan a ninguna parte porque siento que no merecen demasiado la pena, y está bien que así sean. Me permito jugar con los versos, me ayuda a que luego salgan los poemas buenos, los que sí merecen el trabajo posterior de edición. Cada cierto tiempo los recopilo y reviso para que no se me pierdan.
- Pruebas de tintas y plumas. Posibles combinaciones, pruebas de las actuales, anotaciones para próximos entintados. Me encantan las plumas y me gusta pensar en cómo disfrutar más de esta afición cada vez que las use en mi cuaderno.
- Notas de libros que esté leyendo. Puede ser una frase que me haya gustado, una reflexión que esté surgiendo conforme leo o un comentario sobre lo pésimo que me esté pareciendo. Todo vale.
- Ejercicios literarios. No suelo escribir a partir de prompts ajenos a mí, me aburren y no me motivan. Pero sí me gusta escribir partiendo de una frase o imagen, a veces incluso a partir de música. Lo que importa es que me llame, que me diga algo que me impulse a crear. Ese tipo de textos improvisados me vienen bien para soltar mano y no hacer de la experiencia de escritura algo monótono.
- Reflexiones sobre proyectos literarios. Más de mil veces he contado por aquí que yo pienso en papel. Cuando tengo una idea de un proyecto, además de apuntarla rápidamente, la dejo macerar y reposar. Si con el tiempo me motiva para seguir con ella, dedico sesiones de escritura en el cuaderno a organizar esa idea, hacer lluvia de ideas y todo lo que surja para ir pensando sobre ese proyecto y hacerlo crecer. Es lento, es recurrente, implica darle vueltas y vueltas, pero intento que lo que acabe creando al final sea algo sólido.
- Miscelánea. Flores prensadas entre las páginas. Recortes de notas en otros papeles que acaban pegadas ahí. Tickets y otros papelitos de viajes o lugares (ejemplo, un billete de tren a Venecia). Esto es más sentimental que otra cosa, pero siento que a veces necesito que forme parte de lo que es el cuaderno, algo orgánico que vive conmigo.
Las páginas de los diversos cuadernos que han ido acompañándome han ido evolucionando conmigo. No dejan de hacerlo. Hacer que esto sea algo cercano, útil y no limitado a un solo proyecto hace que se haya convertido en una herramienta genial para la práctica diaria de la escritura en cualquier vertiente.
Y es que si hay algo que dispara sí o sí la imaginación y hace músculo es saber que cada día, pase lo que pase, el mínimo de una página diaria debo sacarla adelante me motiva a buscarme las castañas del fuego y escribir como sea. Con la costumbre, se hace cada vez más fácil escribir y hacerlo más tiempo, más páginas, con más calidad. La práctica diaria se nota. Las páginas, cuando las reviso a final de año, se notan.
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28 cuadernos!!!! qué tesoro madre mía. Yo alguna vez he navegado por las páginas de los míos y da para un ejercicio de arqueología vital increíble. Abrazos!!!
Son muchos años escribiendo, desde 2009. Normal que sea una cifra alta. El ejercicio de arqueología vital es intenso, sí.
Abrazos♥