Llevo semanas que siento que no avanzo como me gustaría con mi proyecto literario, Proyecto CV. Siento como si lo hubiese dejado de lado y no estuviese pendiente de su creación. Pero las notas de mi cuaderno dicen lo contrario.
Desde que terminara una de las grandes lecturas del año pasado siento que todo lo que he leído va en dirección contraria a lo que se supone que estoy escribiendo. Me estoy empapando de escritura japonesa y/o relacionada con Japón, todo lo contrario a toda esa bibliografía que bien sé que tengo pendiente. ¿Por qué? ¿Por qué no me centro en avanzar con esos pendientes para la escritura?
Lo único que sé es que la intuición manda. La intuición decía que me estaba ahogando, me dicta que iba siendo el momento de llenarme de otras palabras y otras visiones diferentes. Hora de abrir mundo y perspectiva, otras maneras de expresarse y de transmitir la visión del mundo. Más que búsqueda de inspiración era cuestión de necesidad de leer cosas que no tuvieran que ver con lo anterior. Y la sed ha ido creciendo conforme leía y leía hasta el punto actual.
Me apetecía lo diferente. Me sentía un poco distante, después de haberme pasado un tiempo pasando a limpio notas y más notas. Ahora, un puñado de poemas nuevos en el cuaderno afloran, pendientes de mi cita mensual para trasladarlos al documento de Scrivener. Y es que he dado oxígeno a mi creatividad con esta racha de lecturas, aunque parezca que me alejara del tema que me tiene en ascuas.
Cuando no tengo muy claro hacia dónde ir con mis letras, ojeo la estantería y me dejo llevar por la apetencia del momento. Sé que lo que me deparará el camino me alejará lo suficiente de lo que me tenga carcomiendo por dentro y me acercará, aunque sea por otra vía que todavía no conozco o por la habitual dando un rodeo, al sitio que le corresponde a la creatividad. Y, en este caso, vengo con más ganas que antes de continuar con Proyecto CV e incorporar de alguna manera que todavía no sé lo que he ido leyendo estas últimas semanas.
Confío, por eso, en mi intuición.