Desde que empecé a estudiar Enfermería (y empecé a producir más textos, todo hay que decirlo) los veranos eran mi momento de desconexión y de pensar en los proyectos que intentaría desarrollar a lo largo del año. Luego vinieron los contratos de vacaciones, pero ese toque mágico de las horas de calor planificando el resto de la escritura o pensando en guiones sigue ahí. Tanto que he vuelto a las andadas y he hecho ya mi cronograma literario.
Los cronogramas literarios son para el verano
Le tengo bastante cariño a esos recuerdos de verano en el pueblo, en casa de mi abuela, disfrutando de un fresco que ni en Málaga ni en Valencia disfrutamos en las horas diurnas en esta época estival (menos este año, que parece que en Valencia estamos teniendo un verano fresco, aunque no lo diré demasiado alto). Las horas del mediodía eran ideales, por ejemplo, para estar relajada cuaderno y bolígrafo en mano y escribir esos guiones que desarrollaría más adelante. O la estructura del siguiente NaNo que teclearía. O, ya más adelante, con el paso de los años, para planificar los proyectos que llevaría a cabo hasta el siguiente verano.
El año pasado no lo hice y este año, que ando más liada que todas las cosas del universo y que, me parece, no pisaré Málaga si todo sigue igual hasta otoño por lo menos, he acabado echando de menos esa costumbre. No ha podido ser disfrutando de esa sensación de desconexión única que me da el pueblo y la casa de mi abuela, no he tenido a mi perro cerca mientras y tampoco he podido disfrutar de ese fresco ni ese aire puro, pero el resultado ha sido el mismo de antaño: un guión claro de qué haré de aquí a finales de octubre. Si lo cumplo, claro está, que todo puede ser que me enamore de otra idea por el camino y deje a las demás aparcadas hasta más ver.
En qué consiste dicho cronograma literario
Me encuentro ahora en un momento un tanto entre paréntesis. Por un lado, estoy corrigiendo mi último proyecto finalizado, Lettere. Pero por otro tengo varios proyectos que reclaman atención y no me decido por ninguno de ellos, ya sea por el grado de desarrollo, los detalles o por lo que sea. El hecho de haber dejado aparcado durante tiempo todo para dedicarme en exclusiva a lo que estaba escribiendo, Lettere, ha supuesto que acumulara montones de notas sin sentido, bocetos e ideas a las que ahora toca darles forma.
La única forma que se me ha ocurrido para decidirme es darme unos plazos de tiempo para cada uno de ellos, para trabajarlos y, ya con el material procesado, poder decidir el siguiente paso, con cuál estaré liada a partir de entonces.
Dicho lo cual, con algo de música de fondo (estos días está tocando la banda sonora de Wonder Woman, película que me ha encantado, por cierto), el calendario a mano y una hoja por delante ha tocado ordenar prioridades. Esta mi forma de trabajar en general, con un esquema previo en papel de lo que quiero hacer a lo largo del tiempo, en este caso desde ahora en julio hasta finales de octubre. Mi idea es tener decidido para entonces qué escribiré en el NaNo, si es que al final este año participo.
El cronograma en sí
Julio
- Mi idea principal en julio es acabar la corrección de Lettere. Es mi prioridad ahora mismo, quitármelo de encima. La primera revisión ya está hecha, pero toca darle unas cuantas vueltas más para pulirlo del todo. Creo que todavía se le puede sacar más jugo, puedo darle alguna vuelta de tuerca más y mejorar algunas partes. Siento que aún no he terminado.
- Después de eso, me gustaría dedicarle algo de tiempo a la lectura de un libro que empecé hace un mes, Los salmos fosforitos, de Berta García Faet. Lo tuve que dejar nada más empezarlo porque sentía que me inspiraba demasiado como para que fuese una simple lectura «de metro», necesitaba el cuaderno a mano para ir anotando el torrente de ideas que me venía cada vez que leía uno de los poemas. Así que va a ser mi próxima lectura y mi próximo ejercicio literario. Seguramente, y viendo lo que entonces se me ocurría, no tendrá nada que ver lo que anote con lo que haya leído. Pero será bonito, no me sentía tan inspirada ni con tantas ganas de escribir desde la última vez que leí Una habitación propia, de Virginia Woolf.
- Y si me diera tiempo, estudiar las notas que tengo sobre cierto proyecto sobre enfermería que a rachas me viene y anoto, pero no auguro nada con esto.
Agosto
- Empezaría agosto con esas notas e ideas del proyecto enfermero que dije antes. Todo apunta a que se quedará en la lista de los bocetos una temporada más, pero no estaría de más ordenar lo que ya tengo. Por si pudiera avanzarlo más de lo que creo ahora mismo.
- Mi idea principal para agosto es dedicarme a recopilar algunas notas que, durante años, he ido guardando por ahí de algunos libros que he leído. Tengo una idea al respecto, un posible proyecto, pero hasta que no tenga todo un poco más claro no puedo decir nada más que eso.
- Si me da tiempo, seguiría con un proyecto recurrente, una antigua idea de la que he hablado ya más de una vez por aquí: trabajar en lo que ya tengo de CV. ¿Será este 2017 cuando comience a escribir la historia? ¿Tendrá que esperar a 2018 o a más adelante? Espero saberlo pronto.
Septiembre
- Continuaría con CV hasta tenerlo todo claro.
- Armonía, esa vieja conocida por ser un proyecto que empecé hace años, dejé aparcado y tenía previsto retomar hace poco. Bien, pues mi idea es darle una vuelta más, a ver si tiene algún futuro o es mejor que duerma en el cajón del olvido una temporada más. Es una historia que me trae de cabeza porque cada vez que trato de meterle mano termino hecha un manojo de dudas y nunca sé cómo seguir, qué es lo que me falla con ella. Quiero darle otra oportunidad, a ver si repasando todo lo que tengo me decido si darle carpetazo eternamente o escribirla de una vez.
Octubre
- Aquí es cuando me dedicaría a repasar el trabajo hecho estos meses, los resultados y ver qué resulta más viable, con qué proyecto podría empezar a escribir, cuáles descartar y cuáles posponer. También es cuando decidiría si participar en el NaNo.
Objetivos del cronograma
Además de tener claro qué haré de aquí al 31 de octubre, mi idea es darle un sentido al rato diario de escritura. Porque ese momento diario no es solo sentarse y aporrear las teclas lo justo para cumplir, que salga lo que sea. Tampoco quiero que ese rato de trabajo sea para solo improvisar (aunque a veces salgan cosas interesantes, como esta del pasado viernes), me apetece darle un sentido y una meta a mi sesión de escritura diaria. Y como ahora estoy en un momento entre proyectos, sin decidirme (ya se ve el grado de desarrollo de todo con lo expuesto), pues espero ayudarme a hacerlo y avanzar por el camino, ya que estoy.
Además, como comentaba al inicio, todo esto del cronograma tiene para mí un regusto a nostalgia de lo más encantador. Espero que, como entonces, dé como frutos montones de ideas para ser escritas. Y ganas, muchas ganas.