En estas últimas dos semanas, las de principio de julio, he estado descansando un poco de todo el barullo que ha sido el Covid. Cogiendo fuerzas para la que se nos viene encima otra vez y sintiéndome afortunada por haber podido tener estos días para desconectar, a pesar de no haber podido ir a mi tierra a visitar a los míos.
Una sensación agridulce, no vamos a negarlo. Pero al menos he podido descansar, me quedo con eso, porque el panorama no está para tirar cohetes.
Dentro de ese descanso he estado también unos días sin escribir. Incluyo también la entrada de la semana pasada que no hice, preferí dejar la semana en blanco y así poder seguir en esta desconexión que llevo practicando estos días. Pero no haber escrito ni una sola coma no implica que haya olvidado mis proyectos ni mucho menos. Ha estado presente el factor descanso, sí, pero el factor búsqueda de información es una realidad.
Así, entre esa investigación en busca de nuevas lecturas para ahondar en algunos temas que me encantaría escribir, estudiar cosas de la academia (y llevar al día la planificación como llevaba muchísimo tiempo sin llevarla) y empezar a estudiar un curso de japonés se me están yendo los días de descanso de forma relajada.
Han habido también muchos paseos con Señor Marido, hemos visto a unos amigos, pero en general todo muy relajado, sin grandes multitudes ni grandes planes. Supongo que una de las secuelas mentales que nos ha dejado el confinamiento ha sido esta, huimos de multitudes y planes que impliquen muchos contactos sociales.
Así, aumentando la lista de lectura, más descansada, con la satisfacción de haber cumplido mis horarios de estudio, con más ganas de escribir y la espinita clavada de no haber podido bajar al sur a ver a los míos ya puedo decir que he vuelto. Y que aquí sigo, con ganas de seguir actualizando este Plan de cuidados literario.
No olvidéis hidrataros mucho, lavaros las manos, guardar distancia de seguridad, usar la mascarilla y desconectar en la medida en la que podáis y os dejen.