Mi trabajo mental de los sábados por la mañana suele ser el mismo siempre: comprobar la agenda, ver el calendario de publicaciones del blog y decidir qué escribiré en la entrada de la semana siguiente. Tema, enfoque, estructura… Todo lo que rodea a esa futura entrada.
Y este trabajo mental es algo que no varía ni cuando me toca guardia.
La planificación de las entradas del blog
La primera parte de la escritura, la planificación, para mí es clave para mantener la rutina semanal de publicaciones. Tener una serie de hilos conductores y temas a tratar, aunque se vayan moviendo en el calendario, hacen que encontrar un punto de partida del cual poder arrancar y escribir sea algo más sencillo.
Y menos mal que planifico. Menos mal que una vez por trimestre dedico un par de mañanas o tardes a repasar con un calendario delante los posibles temas a tratar y los voy situando según las fechas. Pero aún así, cada semana toca repasar ese esquema de entradas para ver si se ajusta a lo que quiero transmitir, a lo experimentado con la escritura y a lo publicado en las semanas anteriores. Bien fácilmente he cambiado algo a otras fechas o he movido alguna entrada para ajustarla mejor a la vivencia del momento, por lo que el resto se descuadra.
Y aunque planifique todo, siempre hay alguna semana que he dejado en blanco por no encontrar nada en sí que me cuadre para ese día en concreto. No es un sistema cerrado ni pretendo que lo sea. Lo complicado es cuando llega una de esas semanas en blanco y me toca plantearme entonces qué escribir.
Así llegamos al sábado por la mañana. Al café del desayuno con el cuaderno (más temprano si estoy de guardia), a la visita a la agenda para comprobar, a raíz de lo escrito y vivido en los últimos siete días, qué es lo que toca para la próxima semana.
El desarrollo de la entrada semanal del blog
A raíz de ahí, de revisar los sábados los temas que tengo apuntados, empieza lo que es la escritura en sí. Y empiezan las preguntas, por supuesto.
¿De qué quiero hablar esta semana? ¿Qué tema tenía pensado? ¿Me cuadra o ha pasado algo que hace que tenga que posponer la idea para otro momento? ¿Es una semana que he dejado en blanco en el calendario editorial? ¿El tema que había planificado me inspira para escribirlo o me ha dejado sin inspiración para estructurarlo siquiera porque ya no me interesa? ¿Lo divido en partes o lo escribo del tirón? ¿Cuántos apartados va a tener la entrada en cuestión? ¿Tengo claro todo lo que voy a tratar o tengo que documentarme de alguna parte? ¿Parto de un título que se me ha venido a la cabeza o de una idea genérica a desarrollar? ¿Me da tiempo a escribir todo ahora o tendré que escribirlo poco a poco? ¿Escribo la entrada directamente en el portátil, escribo primero un esbozo a papel, o las líneas principales, o toda la entrada en el cuaderno?
Hay tantos factores a tener en cuenta como temas a tratar. Y luego la variabilidad de la semana en cuestión, según los turnos y/o el cansancio acumulado. Hay entradas que salen del tirón, entradas que se atascan y quedan en la recámara semanas antes de que vean la luz, entradas que se escriben poco a poco (un rato el sábado por la mañana, otro el domingo, el remate el lunes) y toda la posible variedad por el camino.
Todo influye. Todo suma a la hora de estructurar, pensar y escribir cada una de las palabras que publico cada lunes sin falta.
La escritura en sí del post de la semana
Escribir este tipo de contenido, mis entradas del blog, es algo que me tomo muy en serio. Algo que me entretiene, me mantiene la mente activa y consigue que cree una rutina de escritura en torno al fin de semana para no perder hilo.
Y no me canso. En los casi siete años que llevo con esta página no he parado de actualizar salvo momentos puntuales y no se me hace nada pesado. Es llegar el sábado por la mañana y saber qué es lo que toca, es automático. Y me gusta que sea así.
Si de lunes a viernes la escritura la suelo dedicar más a otras cosas (desarrollo de ideas de futuros proyectos, notas de lecturas, ejercicios de escritura automática, avances varios en el proyecto en cuestión que esté escribiendo…), los fines de semana suelen ser días dedicados más al blog y a sus contenidos. Son días de condensar lo experimentado en días previos y dotarlos de sentido. Compartir aquí mis procesos de escritura es la clave de este espacio, siempre lo ha sido y pretendo que lo siga siendo. Es por ello que lo más natural del mundo es venir a escribir al respecto en este espacio, en mi Plan de cuidados literario.
Escojo tema o me dejo inspirar. Pienso en posibles estructuras para la entrada, que puede que funcionen o puede que no. Esbozo en papel mientras desayuno, antes de irme a afrontar doce horas de turno, o me lanzo directamente al portátil en la sobremesa. Tarde o temprano acabaré en el portátil, igualmente, con los auriculares puestos, alguna canción que me haga teclear con más facilidad (no la que esté usando en ese momento para la escritura de algún proyecto) y haciendo que, lo que sea que vaya a ver la luz el siguiente lunes, tenga sentido. Que no se haya repetido previamente. Que no quede aburrido. Que me aporte algo como escritora, aunque sea en forma de diario para el recuerdo. Que esté bien escrito, no tenga erratas (aunque al publicarlo siempre sale alguna que se haya pasado por alto), que los enlaces estén bien puestos. Y ya, cuando esté todo hecho y la entrada publicada, promocionarla en redes para que no se pierda.
¿Quién dijo que escribir una entrada de blog cada semana era algo sencillo?