No descubro el Mediterráneo precisamente al decir que escribir, siendo madre, es siempre más complicado. Encontrar huecos donde apenas los hay para ser creativa, ese es el gran reto.
No sorprendo a nadie si digo que muchos días la sesión diaria de escritura es mera supervivencia. Cinco minutos antes de dormir, justo cuando ella está en la cuna durmiéndose, apuntando algo rápido. O cuando ya se ha dormido después del biberón de madrugada, me desvelo y apunto cualquier cosa rápida que se me ocurra en una nota en el móvil. Muchas veces se reduce todo a eso o al rato en que Marido se queda un rato con ella para que yo pueda, por ejemplo, subir estas entradas.
Cada domingo por la noche, tras el biberón de la cena y mientras se duerme, pienso en la escritura de la semana. En todo lo que me gustaría ir haciendo poco a poco a lo largo de los siguientes días. No me gusta ponerme altas metas porque la verdad es que con esos momentos escasos sé que sería frustrante, así que me conformo con intentar un mínimo: esas notas rápidas, esta entrada semanal. Si ya puedo tener la suerte de alguna tarde-noche tranquila en la que pueda escribir algo más, avanzar mis proyectos, se aprovecha al máximo.
Sé que mi concentración no es la misma. El cansancio se nota. Y a veces me apetece más verla dormir o simplemente estar con ella y disfrutarla. No deja de ser mi prioridad en todo momento y ya, junto a ella, crear se convierte en algo diferente, con un sabor mucho más intenso.
Pequeñas e intensas dosis que hacen de la escritura un placer aún mayor del que ya era antes. Incluso a pesar de que a veces las palabras se atasquen, siempre vale la pena.
PD: necesito vuestra colaboración para elegir la mejor hora para actualizar por aquí. Si pudierais votar en esta encuesta os lo agradecería enormemente.