Entre los varios frentes que llevo adelante (y no son pocos ni ligeros precisamente) está, por supuesto, el hecho de estudiar para las oposiciones. Dentro de lo que cabe es algo que tengo controlado y el pasado jueves, con mucho esfuerzo y sobre la bocina, logré acabar la primera vuelta que había planificado.
Una primera vuelta intensa
Acabé exhausta, por supuesto.
Fue un esfuerzo importante que llevaba desarrollando semanas para llegar a ese culmen. Muchas horas robadas al reloj cuando más ganas tenía de descansar, muchas noches llevándome el libro que tocara a la cama para seguir leyendo y subrayando cuando lo que realmente me apetecía era desconectar y hacer otras cosas. Pero el trabajo creo que compensará, merecerá la pena.
Sé que me queda un largo, larguísimo camino por delante. Que será un mundo de esfuerzos mientras ando ocupada entre trabajo y cajas de mudanza. Que me da a mí que tardaré en ver colocados todos mis libros en su sitio, por ejemplo, o que la escritura que quería hacer va a ralentizarse al máximo.
Sin embargo, siento que tiene que ser así, que toca ahora esforzarme al máximo. Más cuando no paran de salir rumores de todas las formas y colores sobre el examen, fechas, etc. Sobre todo cuando sé que esta debe ser la mía, que la oportunidad está ahí, lista para que la aproveche.
¿Y ahora, qué? Segunda vuelta
Tras una semana especialmente dura sentía que debía darme un descanso, aunque fuese breve. Así que el viernes, que trabajaba, y el sábado, que libraba, los dediqué a pensar en otras cosas, viciar un rato a los Sims (hacía demasiado que no avanzaba mi partida del Legacy y me he desbloqueado un par de logros estos días), pasear con Marido y volver a la planificación.
Aprovechando la noche del sábado, que no quería dejarlo más, volví a coger el calendario mensual de Charuca que llevo utilizando años para organizarme estas cosas (no sé cuántas hojas trae, pero cunde una barbaridad) y repartí el temario entre turnos, vacaciones y otros planes. No solo lo clásico, meter los temas en el calendario para darle sentido al estudio, también añadí días en exclusiva para hacer tests y corregirlos y días de repaso (cada semana y media, aproximadamente, según los turnos). Traté de hacerlo lo más equilibrado posible, sin sobrecargarme demasiado. Y creo que me quedó bastante bien, con posibilidad de flexibilidad en caso de que adelanten la fecha de examen o si surgen planes, que no todo va a ser estudiar en esta vida.
Así que ya sé que me esperan unos meses complicados. Al verano que pasaré entre apuntes se unirán las cajas a deshacer y el manuscrito a medias. Intentaré no dejar de escribir del todo, por salud mental más que otra cosa, y seguiré compartiendo por aquí mis andanzas, como siempre.
Y el manuscrito del libro que está creciendo en mí se escribirá, aunque tarde más en salir. Eso os lo prometo.