El hociquito que busca y no encuentra. El hociquito que no cesa, que duerme al sol y solo despierta para hallar a quien vive lejos que le abraza y acaricia mientras él solo quisiera poder tenerla siempre cerca, que no se marche nunca, que no se le parta el corazón buscándola a su vuelta.
Este 2022 ha empezado duro.
La baja me dejó muy tocada en su momento, me generó demasiada ansiedad por diversos motivos. Llegué a notar incluso que petaba como una palomita. Me di un descanso.
Lloré. Lloré muchísimo. Ya no solo por mi baja, las noticias llegaron un día antes de que me lesionara. Esa noche antes del turno en el que me hice daño dormí poco y mal, ¿pero cuándo he tenido yo un buen patrón de sueño? ¿Cuándo eso ha impedido que rindiera?
Y soñaba con que llegara el día en que estuviese bien recuperada. Que eso fuese pronto. Que me diese tiempo, solo eso. Poder llegar y abrazar a mi perrete, mimarlo. Y despedirme, porque sabía que iría a eso.
No me ha dado tiempo.
Llevo desde el viernes sin poder escribir ni una coma. Lo único que ha surgido han sido ese puñado de versos, a modo de despedida.
Lo peor llegará cuando vuelva a Málaga y él no esté para recibirme como hacía siempre. Ahora seré yo la que te busque por la casa y no te encuentre, chiquitín. Y esa certeza es la que me come por dentro y me silencia.