¡Y arranca por fin el NaNoWriMo! Este año no va a ser ni mucho menos lo que pensaba que sería en marzo o abril, cuando ya empecé a planificarlo, pero no por ello va a ser menos interesante.
Primeras ideas
Sobre mediados de abril, aproximadamente, se me ocurrió una idea para el NaNo de este año. Corrí a anotarla, como acostumbro, y a lo largo de las siguientes semanas fue creciendo y tomando entidad propia. Tanto es así que en ese tiempo la fui planificando, calendario en mano con los turnos inclusive.
Estaba encantada con lo que había planificado, para qué engañarnos. Tan encantada estaba que había pensado incluso en dedicar parte del verano en terminar de rematar un guion sobre qué iba a escribir en concreto cada día. Mi problema fue que entonces salió la convocatoria de las oposiciones y, con esa perspectiva de estudio, lo que había pensado que sería buena idea hacer se me desmoronaba por momentos.
Ni podía mantener el ritmo que requería mi idea ni voy a poder pelear por las cincuenta mil palabras como quisiera.
Qué voy a hacer entonces este mes de noviembre
De lo que había pensado a lo que voy a hacer finalmente varía bastante la cosa.
Voy, ahora mismo, a ciegas. Sé algunas cosas que quiero hacer, sé más o menos cómo voy a escribir según días y turnos, pero nada más. De todo lo que había planificado sobrevive solo algunas cosas muy puntuales que sí o sí sabía que iba a hacer a lo largo de este mes.
- Sabía que, sí o sí, iba a revisar los cuadernos escritos entre el NaNo anterior y este. Tengo por delante el que llevaba a medias entonces, uno más completamente terminado y el actual, prácticamente finiquitado. Me gusta hacer al menos una revisión manual de ese material porque tiendo mucho a escribir en modo automático, porque se quedan ideas en el poso que más adelante cobra sentido y porque, antes de guardarlos, me gusta comprobar que no me he dejado nada que pueda servir como inspiración y que me haya olvidado. Además, como curiosidad, menudo salto de momentos en la vida entre lo que escribía en esos cuadernos antes de la pandemia y ahora. Nada que ver, aunque haya cosas que permanezcan en el fondo.
- Voy a ir analizando una a una ciertas lecturas a lo largo de estos últimos meses. He ido marcando con post-it ciertos libros, ciertas líneas, y quiero extraer de ellos reflexiones. Si esos libros me han marcado tanto como para que quiera revisarlos significa que tienen un extra que aportarme, algo para inspirarme, algo a partir de lo cual puedo escribir. Quiero extraer ese algo, analizarlo y dotarlo de significado propio. Será interesante, también, comprobar si algo que leí en mayo o junio significa lo mismo para mí ahora en noviembre.
- Algo muy importante para mí son las ideas que tengo para mis proyectos. Ahora mismo, como hacía muchísimo tiempo que no me pasaba (años, en concreto), hay varios que pelean en mi mente por conseguir su hueco. Algunos más importantes para mí, otros ahora mismo menos. Pero quiero ir uno a uno, ver todo lo que tengo realmente de ellos, y ya, a partir de lo que haya trabajado entre los cuadernos y las lecturas, ir empezando a esquematizar realmente la esencia de cada uno. Si quiero empezar a escribir el que sea más me vale empezar en serio a trabajarlos de una vez y elegir el que sea para centrarme.
- Además de todo eso, sé que habrá días que no me apetezca, no me sienta cómoda con lo planificado, que esté demasiado cansada o no me dé la neurona para demasiado. Especialmente después de algún turno largo. Así que la escritura libre va a sumar sí o sí en mi contador de palabras. Al igual que las entradas del blog, por supuesto, que este mes no he planificado ni escrito ninguna por adelantado y no deja de ser trabajo por escrito. Ya que no tengo ningún proyecto cerrado como tal, todo lo que escriba estos días va a contar.
Un NaNoRebel de manual
Estaba claro que con este nombre, NaNoWriMo entre apuntes y cuidados, no dejaba lugar a dudas.
Mi trabajo este mes, lo más importante, va a ser la oposición. No voy a dejarla de lado, no quiero retrasarme en el temario, y si tengo que dejarme algo a final del día sin hacer va a ser la escritura. Con todo el dolor de mi corazón, porque este evento del NaNo es mi favorito del año, pero la prioridad es la prioridad.
Robaré ratos de tiempo breves a diario para tratar de avanzar con el NaNo, pero si voy atrasada con el tema que sea ahí se quedarán mis ganas de escribir. Más cuando lo que quiero trabajar, como ya he comentado, requiere tiempo. Las revisiones, ya sea de cuadernos o de libros, requiere mucho tiempo de lectura, de reflexión, de pasar a limpio material. Parece una tontería, algo sencillo, y realmente lo es en forma, pero no en fondo. A veces implica enfrentarse a partes de ti que no querías ver o a ideas que, con todo el dolor de tu alma, tienes que dejar atrás porque no funcionan. A veces también significa ver que la chispa de una idea ilumina todo y que me toca aguantarme las ganas de ponerme a escribirlas por más que quiera porque me toca volver a los apuntes.
Y eso último frustra muchísimo.
Así que si ocurre eso, si aparece algo que me remueva tan profundamente a lo largo de todas estas revisiones, este NaNo se convertirá en la forma de planificarlo por completo, esquematizar un guion, plasmar sus posibilidades para que, poco a poco, sin prisa y entre apuntes, ir escribiendo poco a poco.
Ojalá pudiera permitirme, como el año pasado, algún día de maratón de seis mil palabras. Lo veo improbable. Y me encantaría, sinceramente.
Mientras tanto, aquí estoy, estrenando el NaNo un lunes 1 de noviembre a las seis de la mañana, con un café antes de irme a trabajar. El kick-off más extraño de cuantos haya hecho hasta la fecha, por la mañana en lugar de por la noche. Al menos podré irme con la satisfacción de haber arrancado el reto, de haber empezado con buen pie y, por qué no, de presentar de forma clara y concisa por aquí, con una entrada recién sacada del horno, qué va a significar el NaNo para mí este año y en qué voy a trabajar. Transparencia por completo.
¿Y vosotros? ¿En qué vais a trabajar este noviembre? ¿Qué tal habéis empezado el reto? Contadme.