«Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir.»
Virginia Woolf
Introducción
Si tomamos como referencia el famoso ensayo de Virginia Woolf Una habitación propia (ahora mismo Lumen organiza un club de lectura con este libro por el 60 aniversario de la editorial), una de sus frases más famosas hace referencia a que para escribir una mujer necesita un cuarto propio y dinero. Es decir, un espacio donde hacerlo con tranquilidad e independencia económica.
Por más que este libro esté escrito en la fecha en la que fue escrito (1929) y que hayan pasado ya cien años, todo un siglo, sigue tan vigente como entonces.
Una habitación propia en la actualidad
Han cambiado muchas cosas desde que Virginia escribiera este ensayo. Y una de esas es la precocidad con la que muchas mujeres empezamos a escribir. En bastantes casos, desde la adolescencia o el principio de la juventud. Conforme pasan los años y empezamos a incorporarnos al mundo laboral mantener o iniciar el impulso de la escritura se va complicando más y más.
El tema de la independencia económica femenina, entendida como se entendía en la época de Virginia, quizás se haya diluido un poco. Podemos ganarnos la vida como queramos, con lo que eso implica en cuanto a independencia, pero nuestros obstáculos son diferentes. Temas como la precariedad laboral, sobre todo, son los que imperan en nuestro día a día. Nuestra ventaja evidente es la existencia de altavoces como internet, disponemos de otras herramientas.
Aún así siguen importando las circunstancias: cuidados, gente a tu cargo, cargas laborales… La agenda solo se ha ampliado y buscar horas y concentración puede suponer toda una odisea. Salimos, nos ganamos la vida, volvemos a casa y nos encontramos una nueva jornada laboral por enfrentar entre las cuatro paredes. Y según suerte y circunstancias, puede que estas cargas estén compartidas con otros o, en muchos casos, no.
Por eso esa habitación, ese cuarto propio, sigue siendo importante. En muchos casos seguimos escribiendo en cualquier parte, como la mesa del salón, en la salita o en la cocina. Sitios de paso, rodeadas de gente y ruido, poco favorecedores para concentración. Y en multitud de ocasiones, haciendo otras cosas además (estar pendiente de los niños, por ejemplo). Otras veces sí que disponemos de ese rincón propio, pero puede que no sea el ideal o que vaya variando cada poco, dependiendo de alquileres y mudanzas, entre otras circunstancias.
Los tiempos han cambiado desde ese ensayo y aún así sigue siendo importante recordar lo necesaria que es esa mesa en un rincón para poder escribir y calma, un rato libre que se respete en plena vorágine diaria, para poder continuar escribiendo.
Un espacio público para poder escribir
Y todo eso solo con el espacio privado.
En el espacio público también se puede escribir, por supuesto. En el caso en que se desee escribir en alguna cafetería, lo necesario además de independencia económica en cuanto a un rato de tiempo libre para emplearlo es tener medios para pagar una consumición. No tiene por qué ser gran cosa ni en un sitio caro, pero en momentos de crisis económica hasta un café cuenta para llegar a fin de mes.
Otra opción sería llevar algo de casa, pero ello implica la existencia de algún lugar donde poder sentarte sin que te molesten en algún lugar público (un parque, por ejemplo). Esto ya varía muchísimo dónde poder hacerlo, dependiendo del lugar de residencia habrá más disposición de parques, jardines o lugares relativamente tranquilos donde sentarse y escribir o será complicado encontrarlo sin que implique desplazamientos.
Y si no se quiere consumir, siempre está la opción de la biblioteca, un lugar de lo más recomendable. Y escribiendo esto no puedo más que compartir la experiencia de Andrea Abreu con las bibliotecas para escribir su libro Panza de burro. Que no es preciso ni por asomo consumir para escribir, no es obligatorio para que salga el texto.
Todas estas opciones, y más que seguro que me estaré dejando por ahí, son inviables en cualquier caso sin las circunstancias adecuadas para salir y emplear ese tiempo fuera de casa escribiendo. O sin bibliotecas cercanas abiertas, que también puede ser.
Mis lugares para escribir
En mi caso soy de escribir en lugares públicos por romper la rutina. Disfruto mi rincón en casa, donde estudio y escribo muchas veces, pero siento que como la fase de desbloqueo en el cuaderno fuera de casa no hay nada. Me ayuda a fluir con más facilidad cuando más atascada me encuentro.
Tengo mis requisitos para ese sitio de escritura. Son:
- Que tenga horario de mañana. Por trabajo tengo muchas mañanas libres en las que, además, sé que voy a ser incapaz de concentrarme y estudiar (el tema del estudio tendrá entrada propia en un futuro cercano). Por las tardes salgo menos fuera a cafeterías, aprovecho ese tiempo para estar con Marido y disfrutarnos. Es por eso que soy más de mañanas, así que esto es imprescindible para mí.
- Que tenga buen café o buena carta de té. Si el café es malo no vuelvo. Si en la carta hay tés ya me tiene medio conquistada. No soy muy sibarita con el café, lo soy más con el té, pero ambos los tomo sin azúcar por lo que noto en seguida si merece la pena o no.
- Que sea tranquilo. Una terraza en una plaza, calle con poco tráfico, interior no ruidoso… Si lo que busco es concentrarme lo tengo claro, calma. Y con el bicho prefiero exteriores.
Algunos de los requisitos extras, que pueden ser opcionales:
- Que se encuentre a un paseo de casa. Ya sea paseo largo, corto, combinado con transporte público (porque a veces quede un poco lejos de casa). La parte del paseo suelo aprovecharla para inspirarme. Raro es el sitio justo al lado de casa al que voy, la verdad.
- Que me inspire. Esto es ya más etéreo. Depende de elementos tan diversos y cambiantes según el día como vistas, atmósfera, paseo previo… Tan difícil de encontrar que si descubro un sitio así lo adopto como propio y no quiero dejar de ir nunca.
- Que no me sienta observada. Sé que estoy en público, soy consciente de que en algún momento alguien me mirará. Lo único que quiero es que no estén leyendo por encima de mi hombro. Aire y que me dejen en paz, no pido tanto.
Tengo, con esta lista de requisitos, varios rincones propios donde escribir además de mi escritorio en casa. Favoritos, sitios especiales, cafeterías de lo más normales pero que para mí se han convertido en sitio de escritura por méritos propios. Lugares donde sacar el cuaderno y dejarme llevar no supone más que el mayor placer posible, donde fluir y crear.
Por eso siempre llevo un cuaderno en el bolso.
Interesante reflexión. Con el tema del trabajo, a mí me resulta extremadamente complicado escribir. Salía de casa a las 7 de la mañana para volver a las 7 de la tarde. No es nada sencillo encontrar un momento para escribir en una jornada así. Cuando vivía en Málaga, con mi rutina ya estructurada, meter la escritura en ella, cuando no es hábito, era misión imposible. De hecho, mantener la constancia estos meses en el blog me ha costado bastante. Ahora, con la mudanza y tal, echo en falta ese rincón propio, esa habitación donde poder crear, donde sentirme libre. Ya está casi lista, pero le queda un poquito.
Respecto a lo de escribir en sitios públicos, no es lo mío. Ni siquiera en la biblioteca. Durante un tiempo iba a la biblioteca a estudiar y me venía muy bien, pero no me gusta, escribir en público. Es algo que siento muy íntimo y ligado a mí, por lo que necesito hacerlo en privado, en soledad.
Un besazo enorme.
Poco a poco, a ver si conforme os vais montando vuestra casita consigues hacerte un rincón apañado.
Lo de escribir en sitios públicos es también una sugerencia para quienes necesitan salir y despejarse porque en el entorno de casa no consiguen concentrarse por el motivo que sea. En mi caso es que necesito de vez en cuando desconectar y cambiar de aires para desatascarme creativamente.
Un besazo.