En pie de guerra con mi Impostora interna, que no para de asomarse a mis páginas.
Me enfrento a la página en blanco y cuando me asomo a ella lo que me devuelve la mirada es un espejo. En ese reflejo, algo más pálido por el fondo blanco, solo veo la misma carcajada impresa con la forma de mi letra.
Para qué escribir algo fácil y sencillo cuando lo que puedes hacer es pensar proyectos que te llevarán muchísimo tiempo, muchísimas lecturas y más vueltas todavía. Proyectos literarios para los que, quizás, todavía quede que subas un poco más el nivel para plasmarlo como imaginas. Claro que sí, querida. ¿Que aún te queda por aprender y por crecer para abordar lo que te apetece escribir, esa imagen que se repite una y otra vez? Bueno, para eso hemos venido: hora de obsesionarte con ello en tu cuaderno. Buena suerte dándole vueltas a lo mismo durante los próximos meses.
Me enfrento, entonces, a esa carcajada general. Subo el volumen de los auriculares para tapar todo sonido ambiental que no provenga de mí. Subo también el volumen para dejarme envolver, para que el ruido que he escogido sea mi ruido interno, nos fundamos y la tinta fluya de otra manera. El estribillo se repite en mi mente una y otra vez. Ojos cerrados, sé que puedo hacerlo.
¿Pero es que no ves que lo que intentas ya está escrito y reescrito mil veces? ¿Pero es que no te das cuenta de que no vas a llegar a ningún lado? Deberías haber escogido otro proyecto. O quizás no escribir nada de lo que tienes pendiente, pensar en otra cosa. Algo más fácil, más asequible para ti. ¿Qué pretendes, acaso? ¿Inventar la rueda? Ánimo con ello, reina.
Luego accedo a la memoria y compruebo que no está tan mal lo que tengo entre manos. He visto algún chispazo interesante. Parece que tengo pocas notas de las que partir. Las dudas siguen acechando y lo seguirán haciendo mucho tiempo, más del que creo que registre. Pero entre nota y nota, sabiendo que está algo palpitando ahí, seguiré escribiendo.
Aún estás a tiempo de cambiar de idea. No será fácil. No va a ser fácil.
Como si alguna vez eso me hubiese importado. Escribo para describir este latido, me cueste lo que me cueste. Lo demás, no me importa.
En plena transición lo que me sale es movimiento. Cambio. Ajustar lo que tengo a mi alrededor para que se amolde a lo que viene. Y de ahí que estos días haya estado tocando un poco mi Substack para cambiar la imagen o esta misma web, con su cabecera actualizada, entre otras cosas. Me apetecía verlo todo con otra imagen. ¿Más acorde con todo? No lo sé, solo sé que me estaba hartando y necesitaba también ese cambio de imagen. Cambios y más cambios.
Por cierto, la semana que viene no traeré la entrada habitual el lunes. La publicaré el miércoles, 1 de octubre. Si os digo que es la que más ganas tenía de teclear en mucho tiempo me creeréis cuando la leáis.