Volver aquí se me hacía ya un paso natural, una necesidad. Echaba mucho de menos este espacio.
La maternidad. Menudo viaje está siendo, menuda cantidad de cambios. Y menuda felicidad tener a nuestra hija con nosotros.
En estas seis semanas hemos estado conociéndonos y estableciendo rutinas. La más clara de todas ellas es la de la hora de la siesta de la peque: momento clave para leer (bendito Kindle) y para tomar notas. He trasladado mi momento creativo de las horas habituales que tenía antes de ser madre (las mañanas, mayormente, junto con el café del desayuno) a esas horas de calma en las que tengo a la peque durmiendo encima.
Obviamente, siendo esos mis ratos creativos en estas últimas semanas, la cosa da para lo que da. Se me acumulan las notas, las impresiones que he ido recolectando del único libro que he terminado por el momento (Flâneuse, de Lauren Elkin, un ensayo del que esperaba quizás más pero aún así me ha gustado) y las ganas de seguir creando. Pero he decidido volver aquí, a pesar de todo, porque el cuerpo me pide reconectar con algo de rutina creativa. Empezar por algún sitio. Tomarle la temperatura a lo que escribo para, así, poder seguir avanzando con mis proyectos.
Iré lenta, eso seguro. Es bastante probable que lo más largo que escriba cada semana sea, precisamente, estas entradas. Pero tener este espacio donde reflejar esos avances, por torpes y lentos que sean, es lo que da sentido a estas actualizaciones. Como ya dije, la hora de la siesta de la peque son mis nuevos momentos creativos y, creedme, pueden llegar a ser muy inspiradores aunque no lo parezcan. Tengo muchas ideas que, espero, iré escribiendo por aquí con el paso de las semanas.
Ya he contado en el pasado mis intentos de conseguir ser residente de enfermería o el estudio de las oposiciones, entre otras cosas. Va siendo hora de reflejar esta nueva etapa de mi vida también. Bienvenidos, de nuevo, a Plan de cuidados literario. Pasad, poneos cómodos y disfrutad con la lectura.