La semana anterior, en la academia, dimos por finalizada la primera vuelta de estudio de la oposición. Aunque me faltan algunos temas para poder darla por terminada por mi parte (poquitos, va la cosa bastante bien por ahí) ya hemos empezado las clases de esa segunda vuelta un poco más intensiva.
En el horizonte también está la segunda parte de mi triple meta. No queda mucho y ojalá salga bien, pero soy realista con mis posibilidades y sé que la parte méritos es la que me lastra.
Y hablando de posibilidades propias. Hace poco que envié mis méritos para ese primer examen de oposición, el de octubre, del que salí con buena nota y contenta con los resultados. Pero hasta que digan lo que sea, para bien o para mal, tengo que seguir estudiando. Soy consciente de que pueden ocurrir ambos escenarios, de que obtenga plaza por fin (y me veréis celebrarlo de sobra) o de que me quede a las puertas de conseguirlo. De ahí que no haya parado.
No es fácil. Cuesta conseguir motivación para continuar sin machacarte por ese «¿será suficiente?», es quizás lo más duro. Mucho más que incluso compaginar horarios de trabajo, tratar de tener vida social a pesar de todo (las Fallas pateándome Valencia no me las va a quitar nadie) y seguir escribiendo. No. Lo peor es esa incertidumbre, ese látigo interno con el que puedo llegar a fustigarme bastante cuando me lo propongo.
Cuando peor me veo de concentración y de todo es cuando acabo en la biblioteca estudiando. Así me aseguro de cambiar de aires, centrarme más y conseguir así que me cundan las horas más que en casa. Y así me empujo a no dejarlo, a no abandonar.
Supongo que lo tengo tan claro porque sé cuál es mi meta y lo que persigo. A lo mejor es por eso por lo que me siento a estudiar con la motivación más o menos intacta todavía. Pero aún así, hay días que cuesta, sentarse delante del temario es un suplicio y volver a leer lo mismo por enésima vez (entre el EIR y la OPE) agota.
Pero estamos ya en segunda vuelta con la academia. Todavía no hay convocatoria ni fecha, es posible que me dé tiempo a darle incluso tres vueltas a esto y repasarlo en condiciones y eso ya me llena de esperanza y ganas de seguir intentándolo. Que puede que si la anterior no fue la buena por poco esta vez sí lo sea. Ya solo por eso merece la pena intentarlo a pesar de los días que cuesta, que sientes que el esfuerzo es demasiado grande o que el cansancio está golpeando.
Y si encima tengo la alegría de saber que aún me queda una temporadita más de contrato donde estoy, un poco más de empuje para poder continuar. Eso y saber que estoy en el buen camino, que es cuestión de esfuerzo seguir mejorando. Poco a poco.