Siguiendo con la tradición de años anteriores, vengo por aquí a celebrar con vosotros el Día de la poesía, que tendrá lugar el próximo jueves 21 de marzo.
Si el año 2017 el Día de la poesía lo conmemoré compartiendo algunas opciones para celebrarlo, el pasado 2018 lo hice escribiendo una reflexión y subiendo un poema. Este 2019 la celebración del Día de la poesía va a ser más personal.
Este año quiero hablar de mis proyectos, hoy celebro este Día de la poesía disfrutando de la sensación de subidón que da haber terminado de corregir un proyecto poético, Lettere, después de casi dos años dándole vueltas al borrador inicial. Todavía no me lo creo.
Es mi tercer proyecto poético, mi tercer poemario hasta la fecha. El primero de todos ellos dormirá en el cajón para siempre, pero me sirvió para aprender y experimentar con métrica, ritmo y rima. Ya solo por eso ha merecido la pena, a pesar de que con el tiempo los leo y veo el cambio que he dado con el tiempo. El segundo poemario sigue todavía en movimiento, buscando su hueco editorial, a ver si tuviera suerte. Y este tercero he tardado más en sacarlo adelante, se han mezclado muchas cosas que me han hecho descartar más material escrito del que me esperaba conforme iba revisando. Hasta el punto, incluso, de reescribir algunos poemas enteros y tener que ir creando más adelante otros para enlazarlos unos con otros.
Algún día, por cierto, si ve la luz ese segundo poemario, os contaré su historia detrás. Lo mismo con este tercero.
Así que este año mi Día de la poesía es algo más personal, algo más íntimo. Una celebración de un proyecto terminado siempre es algo que llena muchísimo y que sienta especialmente bien al cuerpo. Ahora mismo estoy en ese punto a caballo entre la felicidad inmensa de tener por fin ese punto final tan deseado a un proyecto, el de la corrección tras tanto tiempo dándole vueltas a lo mismo (casi dos años, ya iba tocando) y las ganas de escribir algo nuevo sin tener aún claro el qué. Pero mientras surge lo que sea me quedo con esto, con esta felicidad.
Espero que os guste el poema de este año, que os dejo aquí abajo.
Entiende que no haga poemas…
Entiende que no haga poemas
de una vida que se escapa
con la boca abierta
sin posibilidad de cerrarla,
con la vista fija al techo
de luces amortiguadas
sin desplazar la mirada,
arreactivo hasta el final.
Incluso cuando su nombre se cuela
en mi voz, a volumen elevado,
sólo consigo arrancar un parpadeo.
La disnea sigue su curso.
Entiende que no haga poemas
de todo lo que pasa por mis manos.
Incluso la vida
tiene sus ritmos circadianos
y procuro adaptarme a ellos.
Ahora vivo pendiente
de ritmos sinusales
y trazados eléctricos,
algo casi aséptico
y de contacto justo,
limitado casi a la pantalla o papel.
Pero entre los cables asoma
a ratos una humanidad desdentada
cubierta con un pijama fino y azul
y vuelvo a hacerme preguntas
sobre poemas y bocas abiertas.
Entiende que no los escriba
de mi material diario:
tengo tal cantidad
que no sé ni por donde empezar.
Feliz día de la poesía. Yo también tengo un poema programado para mañana. Muchas menos ideas y proyectos que tú, pero bueno.
Ese poema es muy tú. Me gusta mucho. Habla de ti a muchos niveles 🙂
Acabo de pasarme a leerlo y me parece precioso lo que has escrito.
Un beso, me alegro de que te haya gustado. Nos leemos.