Cada cierto tiempo, indeterminado, me da por leer cositas de blogs para escritores (los que quedan). No negaré que echo de menos un poco esa época en la que la blogosfera estaba muy activa y había tanto blog con actualizaciones frecuentes. Entiendo perfectamente que todos hemos emigrado a las redes sociales, pero creo que la deriva del blog de toda la vida se merece una vuelta de tuerca y una reflexión por aquí.
Del blog a las redes sociales
No voy a decir nada nuevo que no se haya dicho ya: con el auge de las redes sociales todos hemos acabado en ellas. Que si Facebook para escritores, luego Twitter, más tarde Instagram, Youtube, TikTok… Y así podríamos seguir hasta el infinito con todas las aplicaciones que salgan.
Entiendo perfectamente este movimiento. La novedad, experimentar otras formas de comunicar diferentes y, sobre todo, el tener feedback inmediato o casi inmediato del contenido que generas como creador es algo siempre muy tentador. Además, las redes bien usadas permiten conectar mejor con ese público objetivo que se supone que aspiras a alcanzar como escritor que se mueve en redes. Porque, no lo neguemos, lo primero que se busca del autor que te llama son sus redes en gran parte de los casos.
Si te tomas las redes como parte de un trabajo, a corto o largo plazo convives con la realidad de que hay un proceso de planificación de contenidos, investigación o no, búsqueda de la imagen perfecta, redacción del texto acompañante, edición (sea de la imagen o del vídeo que vayas a subir), etc. No es simplemente subir lo que sea, está todo más o menos estudiado. Y esto no difiere demasiado del proceso que supone subir una entrada a un blog con la particularidad de que si quieres que hoy en día te lean además de subir la susodicha entrada debes anunciarla en redes.
Así que subir una simple entrada como esta que estás leyendo no es solo escribir cualquier cosa. Es trabajarla y trabajar, además, para que la publicación que la anuncia sea lo suficientemente atractiva como para que salgas de hacer scroll infinito y la leas. Casi nada.
Las listas de correo y newsletter
Las listas de correo y newsletter las considero como algo intermedio entre el blog y las redes. A través de un canal más privado como es el correo electrónico recibes no solo las actualizaciones de tus webs y blogs favoritos, también recibes directamente un autor comunicándose con su audiencia, ya sea contando lo que sea o tratando de poner en práctica su estrategia de ventas.
Eso implica, especialmente en el caso de tratar de conseguir ventas, practicar la comunicación persuasiva para ofrecer algo más y no quedar de simple mail de spam que tal y como entra en la bandeja de entrada sea eliminado. Algo verdaderamente difícil, ya que al final sientes recibiendo algunos de estos mails orientados a ventas es que para lo único que sirven es para promoción, más o menos encubierta. Que no aportan nada más, ni siquiera algo de información que pudiera hacerlos útiles. Y en mi caso eso me genera mucho rechazo, sinceramente.
No todos son así. Los hay con contenido maravilloso y cuidado, como una buena entrada, y con los que disfrutas la lectura sin sentir que te invaden la bandeja de entrada (como la tinyletter de María Sánchez, por ejemplo, una delicia). Y los hay que, también, solo te avisan de las actualizaciones del sitio web que te interesa, como es mi caso.
Por cierto, yo también me creí eso de que sí o sí necesitaba como escritora fidelizar mi comunidad mediante correo electrónico con una newsletter. Y hay cosas que, sencillamente, no son para todos. La newsletter no es para mí, no es viable con mis ritmos crear contenido extra con mi carga de obligaciones habitual (trabajo, oposiciones, el blog) ni me siento cómoda generando correos intentando hacer spam. Si como consumidora me generan rechazo como creadora ni os cuento. Es por eso que Palabras que cuidan sirve casi más como suscripción al contenido de este blog que otra cosa. Porque mi verdadero canal de comunicación es este sitio, mi Plan de cuidados literario.
Otros sitios para escritores: Medium, Patreon
Medium no deja de ser un trasunto de blog, una plataforma donde subir entradas y conseguir visibilidad.
Patreon y semejantes, con su contenido exclusivo de pago, aúna las ventajas de la creación de contenido y la monetización de ello.
He visto escritores que, al final, acaban en estos sitios como forma de expresarse de forma más extensa de lo que darían algunas redes de por sí. Al ser dirigida a un público limitado, sientes la comunicación se torna más cercana. Y, al final, el blog de escritor de toda la vida acabó derivando en su momento en una lanzadera, un espacio de monetización de contenidos.
Este tipo de plataformas consiguen eso, generar ingresos por algo que antes se publicaba gratuitamente para conseguir alcance. Justo lo que se perseguía en la época en la que se decía que todo escritor debía tener una web o blog para generar ventas. Este tipo de plataformas, especialmente Patreon, además de ser la evolución, permiten a muchos generadores de contenido obtener dinero directamente por lo que suben, sin depender de si sus posts atraen lectores a sus libros o no.
¿El blog ha muerto?
Hay que admitirlo, cada vez quedamos menos que compartimos nuestras andanzas, conocimientos, procesos creativos o lo que sea en este tipo de espacios. Generar este tipo de contenidos supone un extra, más allá de teclear lo que sea: implica escribir teniendo en cuenta el SEO de cara a futuras búsquedas en Google (algo que, en mi caso particular, es la menor de mis preocupaciones), crear contenido extra para la promoción, que apenas se reciba feedback (quizás más en redes que en la propia entrada), que no se lea…
La inmediatez y versatilidad a la hora de compartir en redes contenido hace que sea la opción predilecta para muchos. Y con ello la blogosfera ha ido perdiendo popularidad y ahora está de capa caída. La evolución es clara.
Eso sí, no puedo declarar el blog como muerto cuando yo misma sigo escribiendo en uno por el simple placer que me genera escribir por aquí y compartir mi proceso creativo con vosotros, entre otras cosas. Espero, además, segir haciéndolo mucho tiempo más.
¿Y vosotros qué opináis? ¿El blog ha muerto o ha evolucionado?
Hola, compañera.
Me encantan los blogs y creo que siguen siendo canales de comunicación interesantes. Otra cosa es la estrategia de cada autor y sus preferencias a la hora de escribir correos o publicar en redes y plataformas.
No he probado patreon, pero sí medium y me encanta su interfaz… pero lo que a mí me motiva es la propiedad del contenido y la seguridad de que mis fotos y escritos los tengo en un sitio que más o menos domino yo.
Ojalá te hubiera leído en San Antón, cuando publicaste esta entrada. Porque por esas fechas estaba decidiendo cómo compartir lo que me inquieta más allá blog y finalmente decidí crear un canal en telegram.
Un saludo. Nos leemos 😉
Bueno, compi, dicen que la dicha es buena aunque sea tarde. Esto vino como reflexión tras leer algunas osas que iba viendo en algunas páginas. Luego, tal y como subí esto, al poco tiempo anunció Zuckerberg su amenaza a Europa de cerrar todos sus servicios si no se plegaban a sus peticiones de manejo de datos y de pronto todo el mundo se acordó de los blogs. Va por rachas, como ves.
Al final es donde estés cómodo creando, ni más ni menos.
Un saludo, nos leemos.