«(…)El cuerpo de una encinta
Aurora Luque
contiene nuevas células y líquidos
y afila su arsenal de percepciones. La poesía circula
con ímpetu, más libre y más briosa,
y encuentra olores, ecos, recovecos, honduras y resquicios,
sensualidades nunca percibidas. Como el cuerpo era otro,
era otra la nariz y otra la mente,
otra la lengua y otra la mirada.
No hallé literatura al uso que advirtiera
que pudiera alterarse en tal medida
el repertorio de las sensaciones.»
En estas semanas de energías justas, tensiones bajas y concentración limitada la única constante del verano está siendo el cuaderno y Aurora Luque. Las sirenas de abajo, su libro recopilatorio, me lleva acompañando desde julio y, como no podía ser de otra forma, me lo voy dosificando poco a poco. Saboreándolo, disfrutando en las noches con la lectura en voz alta de algún que otro poema mientras Marido escucha atento con la mano en mi tripa, notando cómo se mueve nuestro Bebé. Creando momentos especiales y alimentándolos de buena poesía.
En este verano extraño y marciano para mí la poesía es la única constante junto al cansancio. La poesía y su eterna capacidad de provocar el asombro, la emoción. De introducirse dentro, quedarse rumiando y, en los escasos momentos en que tengo fuerzas como para el paseo, que me acompañe en el camino y traiga a mi lado la inspiración. De que en los momentos más flojos, más cansados, se quede junto a mí cavilando, observando el cuaderno y trayéndome a la palestra que eso que escribí en días anteriores va encajando poco a poco.
No está siendo solo el verano de la introspección y la calma. Está siendo también el verano del parón más absoluto en años, el verano del entendimiento más profundo, del descanso. En medio de tanta pausa la torre de lecturas se sigue tambaleando a lo lejos, en la estantería, con títulos a los que tengo muchas ganas pero siento que no es su momento. En medio de todo el camino que está siendo la espera, anoto y me concentro solo en un puñado de poemas. Las poetas de la Generación Beat, Aurora Luque. Próximamente Wisława Szymborska. Más adelante, a saber, pero en la poesía encontré refugio y fuente de respuestas. O de imágenes que me acompañan en esta espera que transito anotando algo, siempre anotando.
Que no me pille la noche sin haber escrito unas líneas, al menos. Y si la poesía nos acuna a los tres, mejor.
Final de agosto
En el infinito
de la ciudad en llamas
el cadáver de la vida
se pasea despacio.
Arrastran los pies
fantasmas de turistas
de un lado a otro.
No queda nadie.
Flota en el aire
el olor de la derrota
mientras en el horizonte
un sol de justicia
lo atraviesa todo
como si fuese transparente.
No queda nada,
ni siquiera una sombra
en la que cobijarse.