Si existe un fantasma, una sombra, que se posa encima del teclado de todos los que nos lanzamos de cabeza a la escritura durante este mes de noviembre es la llamada crisis de la tercera semana o el abismo entre las 30K y las 50k.
¿En qué consiste?
La crisis de la tercera semana o el abismo entre las 30K y las 50K es ese momento en el que has pasado del ecuador del reto del NaNo, ya sea por número de palabras o por tiempo, y enfrentarse a la sesión de escritura diaria se hace cuesta arriba. De pronto algo que has venido haciendo días atrás y durante un hermoso puñado de palabras empieza a costar más, salen con más dificultad las frases y sentarse a escribir se convierte en algo cada vez más duro.
Algunas de las posibles causas podrían ser el cansancio, las dudas que van surgiendo poco a poco con la creación de la historia en cuestión (¿Estaré resolviendo bien los conflictos de la trama? ¿Tiene sentido esto? ¿Cómo puedo seguir ahora, llegados a este punto?) y el hecho de que se active a estas alturas el síndrome del impostor queriendo boicotear todo el trabajo conseguido hasta la fecha.
¿Cómo combatirlo?
Este fenómeno afecta a multitud de escritores a lo largo y ancho del mundo durante noviembre así que no olvides que no estás solo en esto. Compartir experiencias en redes sociales, con tu grupo de amigos, en el foro oficial o en cualquier sitio donde sepas que te va a oír alguien que está en el mismo punto que tú puede serviros a los dos para desatascaros, resolver posibles dudas y continuar.
Ante la duda, no dejes de escribir. Lo que sea, aunque parezca que no tiene mucho sentido y que necesites corregir. Recuerda que el NaNo está para que produzcas un borrador, algo en lo que trabajar posteriormente y que, por supuesto, ya corregirás cuando lo acabes. Porque el subidón de autoestima y moral que te vas a llevar cuando lo acabes va a compensar toda la batalla emocional que está suponiendo en estos momentos seguir en el reto sin abandonarlo.
La importancia del NaNo como productor de borradores
Soy totalmente consciente de la cantidad de gente que existe también a lo largo y ancho del mundo que reniega de este reto, que les parece que de aquí no puede salir nada de calidad y que, además, los hay que opinan que todo esto es una tontería organizada por una empresa, sin más, entre otros argumentos.
No voy a intentar convencer a nadie de que este reto sea la panacea, el mejor invento del mundo. Es un reto de escritura más, como tantos otros que se pudieran encontrar por todo internet o que puedes inventar en cualquier momento (yo qué sé, escribir una frase al día, o una novela en seis meses, o lo que se te pudiera pasar por la mente). ¿Son los retos literarios buenos o malos? Yo los veo como una forma de tener disciplina (cumplir una meta en un tiempo determinado) y ponerte a prueba, salir de la zona de confort. Y eso de por sí no creo que sea algo como para censurar.
Lo que quiero reivindicar aquí es una explicación que a veces se pasa por alto, sobre todo por parte de quienes dicen que de aquí no puede salir nada bueno literariamente hablando. Es que el objetivo de este reto de escritura no es sacar algo limpio, un texto perfecto. No va a salir perfecto por el simple hecho de tener que escribirlo en tan poco tiempo y es algo que hay que asumir, empezando por los que estamos aquí escribiendo. Lo que va a salir es un borrador, un primer boceto. Algo lleno de errores, erratas, partes inconexas y un montón de incoherencias. A partir de ahí es cuando hay que trabajarlo para que termine siendo un texto en condiciones, sin fallos.
Por eso es tan importante no parar por las dudas de la tercera semana, es mejor seguir para llegar al punto de terminar. Como dije, el subidón de tener algo terminado es también necesario, que escribir a veces puede ser muy insatisfactorio si solo manda al teclado el síndrome del impostor y no se llega a terminar nada. Ya habrá tiempo en diciembre y el resto del año próximo para enfrentarse al resultado del tecleo en este mes y ver qué se puede hacer para mejorarlo y pulirlo.
Además, no olvidemos que con la cosa de terminar el reto y eso muchos, y me incluyo, estamos usando el NaNo como forma de retomar una rutina literaria de escritura diaria. Algo muy útil y necesario en el día a día de los que nos gusta escribir y que, espero, ya no me abandone el próximo 1 de diciembre, cuando no tenga la presión de las 50K en el horizonte.
Mi tercera semana de reto
Sobre lo que me esta aportando esto a nivel personal ya hablaremos en próximas entregas, aunque algo ya he dejado caer en un post anterior. Digamos que el 1 de diciembre sé que voy a darle trabajo a la impresora porque para corregir necesito pasar al papel y de aquí tengo bastante que extraer.
Pero no quería dejar pasar la oportunidad de compartir por aquí que pese a todo lo bueno, incluyendo la novedad de que ha salido por fin la antología en la que participo, Mujeres en construcción, existen los momentos malos. Nada es perfecto. Ha sido una semana más flojita, he tenido mis momentos de duda y de no saber por dónde seguir. Ha habido también instantes de atasco y de ir despacio, de no conseguir plasmar todo lo que tenía en la cabeza en esos momentos. Y todo eso a pesar de que tengo un contador de palabras como el que no tenía en años, quizás como el de 2015, el último año en que gané el reto.
He seguido escribiendo, a pesar de que han habido días en que era más tentador abandonar o dejar el día en blanco antes que sentarse frente al teclado. Pero al final mi parte racional ha ganado, me ha recordado por qué hago esto: lo hago porque quiero retomar la disciplina de escritura diaria, porque tengo muchas cosas que poner en papel para ordenar la mente y porque esto que estoy escribiendo lo quiero como base para crear otros futuros proyectos y corregir alguno que otro, así que por eso sigo, por eso tecleo a diario.
¿Está siendo fácil? A ratos no. ¿Cuesta cada vez más escribir? Por supuesto, y el miedo a que un día ya no tenga más que decir en cuanto a este proyecto se refiere esta ahí. ¿El impostor vive en mi teclado? Digamos que se pasea de cuando en cuando, aunque la mayoría de las veces lo callo y amordazo para que me deje tranquila. Suele funcionar. ¿Qué extraigo de todo esto? La satisfacción de que, al menos, mi escritura y mis ganas de escribir han vuelto. Incluso he vuelto a escribir poesía, que llevaba meses muy parada al respecto. Y teniendo en cuenta el año que llevo, tan irregular y plagado de bloqueos, esto esta siendo justo lo que necesitaba: un NaNo lleno de buenas sensaciones que me devolviese las ganas de enfrentarme a mis ideas y a todo lo que se me acumula en el cajón. Casi nada.
Así que, queridos míos, no dejéis de escribir solo porque alguien no esté de acuerdo y critique el reto. Si os sirve, si lo necesitáis, adelante, hacedlo. Y si estáis en un momento de vuestra vida literaria que el NaNo no es para vosotros por el motivo que sea tampoco pasa nada, participar no es obligatorio. Al igual que tampoco lo es convencer al resto del mundo lo malo que es este reto sólo porque a ti no te guste, respeta que a otra persona le sea útil y no trates de hundirle. No seas tan triste.