El pasado jueves, justo en vísperas de la celebración del Día de la Enfermería, dio la casualidad de que se unieron diversos factores y pude dar por finalizado el primer borrador de mi último proyecto literario, Lettere, como comenté en mi página de Facebook.
La unión de factores que dio lugar a Lettere
En abril del año pasado terminé de escribir un poemario, Páginas de Metáforas (nombre provisional). Escribirlo había sido un proceso bastante intenso donde plasmé un conjunto de sensaciones y sentimientos que el estudio del EIR habían exacerbado. Tanto fue así que después de eso tardé en decidirme cuál sería el siguiente proyecto. Metáforas ocupó mi tiempo desde entonces y mi horizonte, tanto con todo lo que había supuesto escribirlo como luego, más tarde, su corrección y registro.
A día de hoy, un año después, me sigo sintiendo igual de orgullosa o más de esos poemas. Cada vez que los he vuelto a leer para una revisión o corrección, al intentar probar suerte con alguna editorial o para enviarlo a concurso sigo sintiendo el mismo pellizco dentro. Me recuerdo escribiendo ciertas partes y en qué momento surgieron. Rememoro qué sentí el día que algunos de esos versos aparecieron en el cuaderno, mucho antes de pasarlos a limpio en el ordenador . No me da la sensación, como con otros proyectos, de que se podría haber escrito mejor o que es, directamente, para guardar en el cajón. Sigo convencida de su calidad y que este poemario, mis Metáforas, merece su oportunidad y por ello sigo luchando.
Con estas circunstancias, en pleno julio, tras varias correcciones, me vi juntando algunos versos. Mientras intentaba planificar algo en prosa (y me di cuenta lo oxidada que estaba) me encontré al final de verano con un puñado de poemas, muy poquitos, pero los justos para ver que empezaban a seguir un patrón. El nombre del proyecto, Lettere, vino después, a finales de septiembre en un viaje que hice a Italia, cuando ya todo esto iba haciéndose cada vez más real y tangible.
Qué es Lettere
Lettere, de momento, es un borrador. Un archivo en Scrivener lleno de poemas. Un conjunto de ideas que me han ido rondando y he plasmado a media. Otro puñado de ideas a medio boceto, esperando ser terminadas. Un periodo muy intenso, una maraña de sensaciones y sentimientos entretejidas con esos viajes que han hecho posible la inspiración.
También ha sido un periodo duro de aprendizaje y dudas. Un conjunto de momentos en que he sentido que lo que escribía y lo que quería escribir no se correspondían. Una discusión constante conmigo misma sobre plasmar o no, cómo hacerlo. Ensayo y error. Rehacer. Reescribir. Darme cuenta de lo que funcionaba. Vuelta a dudar, por comparación con Metáforas, cuyo proceso de escritura fue mucho más fluido a pesar de ser más prolongado en el tiempo. Dejar partes que no me satisfacían hasta que encuentre la manera de retocarlas.
Y, por supuesto, ha sido y es satisfacción de saber que el sentido que le vi a lo que iba surgiendo se quedaba entre líneas. Que no ha sido en vano, a pesar de que por cada intento de poema me decía que no estaba perfecto, que aún me faltaba. Al menos me quedo con eso, con saber que el sentido que le vi en su momento, cuando estaba empezando, es el mismo que prevalece al final, con el borrador terminado.
Me quedo, por sentimental, con eso y con la sensación única, maravillosa, de que me faltaba algo para que estuviese completo del todo y surgiese, justo ese día, el poema que más tiempo llevaba queriendo escribir. El que sabía que era más imprescindible. Sin el cual no podía dar por finalizado el proyecto.
Ahora queda corregir como si no hubiese mañana, pero eso será otra historia y será contada en otra ocasión, que diría Michael Ende.
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