«Escuchar (o auscultar, como él bien dice) a Andrés Neuman es un placer que va más allá de escuchar a un autor hablando de su libro: es escuchar a un poeta, en toda la intensidad de la palabra.»
Voy a intentar hacer un esfuerzo por condensar la última sesión del club de lectura de poesía organizado por Mamen Monsoriu en su librería, El Imperio. Y recalco lo de intentar. ¿Cómo se puede sintetizar una tarde tan intensa, tan especial, como la que vivimos el pasado viernes?
Este mes el libro que nos tocaba leer era Isla con madre, de Andrés Neuman (editado por La Bella Varsovia). Tuvimos el inmensísimo privilegio de que esa misma tarde del club de lectura, justo después, sería la presentación oficial del libro en la librería junto con Pilar Verdú, así que el propio autor iba a estar con nosotros en el club. Y ya solo por eso merecía la pena, y mucho, acudir.
Antes de hablar sobre el evento en sí quiero comentar algo sobre el libro: es un poemario breve, en cuanto a extensión, pero intensísimo en cuanto a contenido. Escrito de manera fragmentaria, al modo que solo se escribe cuando se hace en apartes, el poemario es un desgarrador diario sobre el cuidado de una madre enferma. Un duelo anticipado escrito con las palabras justas. La voz de un cuidador, esa voz a la que muchas veces no se le presta apenas atención, contenida en poesía. Imposible no verse en esas páginas, de una forma u otra. Lo recomiendo, sin duda.
Pues con ese antecedente de lectura hicimos un círculo alrededor de Andrés en el que fuimos comentando cada uno de los asistentes impresiones sobre el libro mientras él nos iba contestando y añadiendo más experiencias personales a la lectura en sí, como si fuese un extra especial para aderezarlo todo. En realidad, fue casi una sesión terapéutica para todos, ya que lo personal se fue mezclando con lo contenido en el libro (no podía ser de otra forma) y las lágrimas fueron aflorando en más de una y de dos personas. Decir que fue emocionante se queda corto.
Además, escuchar a Andrés es una gozada. Ya no solo por escucharle como autor, como escritor, también como profesor de literatura y como poeta, cómo iba encadenando etimologías y significados para ir aportando más a la charla. Cómo compartió su método de escritura (escribir en caliente, soltando todo, corregir en frío cuando ya estás a otra cosa), el proceso de creación de este libro en concreto, etc. Era para haberlo grabado, en serio.
Mi pena es que luego no pude quedarme a la presentación y firma, pero el rato del club de lectura fue una gozada y ha sido un placer haber conocido a Andrés.
La sesión del mes que viene será también intensa. Leeremos Ariel, de Sylvia Plath, libro que siempre he tenido ahí pendiente y que hasta ahora no he leído, así que ya os contaré qué tal por aquí, como siempre.