«Ser escritora, también, es navegar en el mar de las dudas que es crear algo nuevo de la nada. Pensarlo y planificarlo.»
Últimamente vivo con un calendario de papel sobre la mesa. Junto a él, un bolígrafo de estos borrables con el que ir anotando en los cuadritos de cada día. Es lo que mejor me viene en estos momentos. Llevo desde primeros de año (¿o quizás desde que me quité de encima la OPE?) con la sensación de que voy escribiendo a salto de mata, sin tener nada claro, y me apetece organizarme. Más cuando sigo acumulando lecturas, notas, apuntes rápidos y otras cosas sin sentido, nada coherente, nada guionizado. Y este año me apetece demasiado aprovechar noviembre para marcarme un NaNoWriMo legendario, sin obligaciones de estudio.
Pero el paso previo para lo que quiero escribir este año en noviembre es la organización.
No es que no sepa en qué proyecto ando metida. Precisamente porque lo sé, porque sé el desafío que me supone lo que llevo queriendo escribir desde hace tanto tiempo, estoy dándole muchísimas vueltas. Cientos de notas inundan mis páginas diarias, tanto para analizar lecturas (algunas de ellas las uso para documentarme) como con cosas que van surgiendo.
Y con eso aún no tengo claro si para noviembre tendré por fin un hilo conductor del que tirar para escribir o todavía no.
Todo es un mar de dudas donde todo se mezcla. Las capas primeras están siendo así, caóticas y sin sentido aparente. Pero el libro crece, a pesar de todo. Lo siento claro cuando, tras días divagando en otros asuntos, aparece una pequeña chispa sin importancia, unas líneas nuevas sobre el tema. O cuando en la siguiente lectura escogida aparece un nombre, un autor o autora, algo que me hace anotarlo y querer seguir tirando del hilo porque sé que al final encontraré respuestas desde las que podré escribir.
Lo anotado hasta ese momento, entonces, cobra sentido absoluto y fluye todo con mayor facilidad.
El calendario es solo una excusa para organizar mi caos. Un lugar donde anotar fechas, cosas que quiero ir escribiendo poco a poco. Porque tampoco quiero enredarme eternamente en una maraña de hilos sin sentidos hasta formar una madeja imposible de desliar, no, lo que quiero es tener todas estas referencias que encuentro y todo eso que va surgiendo en el ejercicio diario de escritura bien ordenadito. Con un sentido. Poder coger el calendario, proponerme llegar a una meta y cumplirlo.
Y en esas estoy. En aprovechar mejor mis sesiones de escritura, en darles sentido. Que no sea escribir por escribir, que tenga todo una coherencia. Y creo que no agradezco lo suficiente a Isaac Belmar por sus libros (que estoy releyendo ahora) y sus artículos de blog. Cómo ayudan a encontrar el rumbo cuando pensaba que lo había perdido por completo.
En realidad, sabía muy bien hacia dónde me dirigía, pero no había dedicado el tiempo y la calma suficientes a organizar mi camino. El mar de dudas se había apoderado de mí y yo me había dejado llevar, a un lado y otro de la marea. Ya iba tocando decidir un rumbo y mantenerlo. Si no, corro el riesgo de perderme y ahogarme.