No sé cuánto tiempo llevo diciendo eso de que este otoño se me presentaba movido en el tema laboral, pero de pronto sé ya qué va a ser de mi vida a partir de ahora. Es una sensación de euforia tremenda poder celebrar que este 2020 tan lleno de malas noticias y malos momentos va a ser el año en el que voy a poder firmar una vacante.
Un año en Atención Primaria
Desde las prácticas de la carrera no había pisado un centro de salud como enfermera y a lo largo de todo un año, desde septiembre de 2019 hasta este octubre de 2020, he estado disfrutando de una experiencia increíble. Aparte de aprender mucho (sobre todo del programa informático, que no tiene absolutamente nada que ver con el que llegué a usar en Andalucía en su momento) ha sido una experiencia muy gratificante. Llevar el seguimiento de mis pacientes, preocuparme de ellos, conocerlos, poder estar ahí… Lo he disfrutado a pesar de la dificultad que suponía llevar mi cupo.
Y es que no ha sido fácil, no. Llevaba el cupo de dos médicos. Mientras que con uno de los médicos, F., joven y colaborador, la información fluía que daba gusto y hemos trabajado en equipo, con el otro médico, I., muchísimo más mayor, era imposible esa comunicación. Tan imposible que a día de hoy, llevando más tiempo que él en el centro, todavía no sabe siquiera quién es la enfermera con la que se supone que forma equipo. Entre eso y otros problemas derivados del cupo, realizar el seguimiento ha supuesto muchas llamadas de teléfono y, sobre todo, la captación activa cada vez que aparecía alguien de mi cupo para hacerse cualquier técnica (cura, electro… lo que fuese). Y mejor no hablar de qué supone hacer un seguimiento de paciente crónico cuando no les pide ni una triste analítica. Agotador es poco.
Pero a pesar de lo malo ha sido interesante y enriquecedor. Me quedo satisfecha de saber que, al menos, mis pacientes se están despidiendo de mí dándome las gracias por lo que he hecho por ellos y, en algún caso, pidiéndome que me quede y siga siendo su enfermera. Eso siempre llena como profesional.
La vacante
Por fin llegó mi momento más esperado, deseado y peleado. Por fin, después de la inestimable ayuda de la delegada sindical (llamándome incluso por la tarde en casa para hacer trámites online), sonó Before I forget. Llevo flotando de felicidad desde entonces.
Vuelvo a cambiar de tercio, vuelvo al hospital. El bichito hospitalario este que os escribe, la misma que se enamoró del paciente crónico cuando empezó a hacer prácticas en Medicina Interna en primero de carrera, se va a estrenar en un nuevo tipo de paciente complejo: el paciente de oncohematología. Me va a tocar estudiar mucho y aprender muchísimo más, me van a formar y solo de pensar en eso y en todo lo que voy a hacer estoy muy emocionada.
Este otoño esperaba cambios, suponía cambios y deseaba cambios. Septiembre para muchos es, además, mes de reinicios y el otoño una época de comienzos con fuerzas (creo que esto tiene mucho que ver con el calendario escolar). Pues bien, este año para mí va a ser una vuelta de tuerca completa a todo lo que ha sido mi vida profesional hasta ahora. Incluyendo, por supuesto, el tema de la estabilidad.
Dure lo que dure esta vacante, pienso aprovecharla al máximo y disfrutarla hasta el infinito.
*Informes post-guardias es una sección donde recortes de pensamientos sanitarios, no sanitarios y personales se entrecruzan, fáciles de leer y digerir
Disfruta de ella. ¡Enhorabuena!
Mil gracias, estoy deseando empezar ya.