La elección de dónde posar la mirada nunca es casual.
Está alimentada de lo previamente vivido, de lo leído y del interés que guíe la mano en la escritura. Suele ser esto un diagrama de Venn donde los círculos coinciden en un punto estrecho, muy estrecho, que es donde se sitúa el foco del proyecto que mueve la escritura.
Alguna vez me he negado a verlo. Alguna vez me he resistido a sus cantos de sirena y me he alejado del foco, para acabar sintiendo que lo que hago, lo escrito, poco o nada tiene que ver conmigo, con quien soy. No es verdadero. Me retorno, cabizbaja, a un punto neutro desde el que partir y cuando vuelvo a escribir desde las vísceras, sacando lo profundo, vuelvo sin remedio al centro.
Dirigir la mirada y buscar. Dirigir la dirección de la mano a la hora de querer transmitir. Pensar que lo conseguido sea lo mejor hasta la fecha aunque siempre se pueda pulir. Estar convencida de la mejora y pelearla. Seguir teniendo el foco, el centro, presente para que la mirada no se desvíe demasiado. Todo son fases que voy transitando.
Me importa esto demasiado. Me importa muchísimo esta idea, este hilo conductor que incluso en las mañanas de madrugones intensos me hace desayunar tomando notas y pensando en el siguiente paso. Me importa y me hace latir en exceso esta idea que me tiene revisando cuadernos en los que busco y rebusco notas y anécdotas que me hacen reconstruir su pasado (y el mío, ya de paso) y avanzar su presente. Me atraviesa a diario la capacidad que tiene esta idea de continuar a pesar del tiempo, a pesar de las revueltas y evoluciones porque aunque yo no sea la misma siempre está ahí, siempre prevalece.
Escriba lo que escriba he sido capaz de encontrar una idea de esta idea, una nota rápida, una reflexión o lo que sea en todos y cada uno de los veintisiete cuadernos que llevo escritos desde que empezara a escribir en ellos allá por 2009. Más inmadura o más formada, pero la semilla siempre estaba.
Puedo decir sin tapujos que es el proyecto de mi vida. El que me lleva haciendo escribir sin pausas desde hace quince años. El que me muestra en cada momento de mi vida en qué punto de madurez me encuentro para afrontarlo. El que he escrito y he reescrito en vano mil veces.
Solo que esta vez sí que sé que es la buena. Que por fin soy lo suficientemente madura como escritora para afrontarlo. Que por fin tengo las herramientas y la capacidad de hacer coincidir mis círculos y orientar la mirada al centro.
Es el gran proyecto que siempre he querido escribir y ahora sí que es el momento.
Esta mano ya sabe hacia dónde orientarse.
Oh, qué bonito es ver que una idea encuentra su camino. Yo tengo ideas en el tintero esperando su turno igual, esperando la madurez de mi escritura. Me siento muy reflejada en tus palabras. Me encanta leerte, no puedo evitarlo. Y estoy deseando saber más de este proyecto. ❤️