Día 4 del NaNoWriMo:
- Palabras: 8789/50000
- Horario de escritura: primera hora de la mañana, antes de desayunar.
El club de lectura de ayer en la librería El Imperio me dejó claro que lo mejor del libro que estábamos leyendo, Ariel, es la parte de la edición que estaba en inglés y que aún no me había dado tiempo de leer. La traducción no era mala, pero la poesía perdía mucha garra y lo pudimos comprobar cuando uno de los compañeros del club leyó uno de los poemas de Sylvia Plath en su edición, diferente a la del resto. Nada que ver. Así que tengo pendiente acabar de leer ese libro en inglés para apreciarlo como se merece.
El encuentro de ayer con Aurora Luque en la librería Ramón Llull fue un ensueño. No solo la presentación de su maravilloso libro Las sirenas de abajo fue algo que mereció muchísimo la pena, con sus lecturas de poemas tan emocionantes. También fueron las perlitas que nos dejó y que anoté rápidamente (y pasé a limpio por la noche al cuaderno, antes de dormir), lo cercana que es Aurora, lo mucho que me emocionó recitando cierto poema de su libro que tenía marcado casualmente con un marcapáginas («Leyendo «Las olas»», incluido dentro del libro Personal & político, de 2015).
Y como no podía ser de otra forma, volviendo a casa la poesía asomó de nuevo entre los dedos y corrí a anotarla en una nota del móvil para, esta mañana a primera hora, trabajarla en la sesión de escritura sin falta, como he hecho.
Poesía para dar sentido a tantas cosas, a tantos procesos. Me hizo reconciliarme con alguna idea repetitiva que iba teniendo últimamente y tener clara alguna otra. Me vino bien el paseo, los movimientos de Bebé toda la tarde mientras, a su alrededor, el ambiente se impregnaba de poemas. Cómo necesitaba y necesito esto.
La sesión de hoy solo podía girar en torno a la poesía, a la celebración de la palabra escrita. Así, mientras amanece y Bebé se despierta pidiendo el desayuno yo me reconcilio con el poema y escribo.