Parpadea el cursor en mitad de la pantalla en blanco de Scrivener. Me observa, me espera.
Hace tanto tiempo que no me pongo en serio a escribir que casi se me ha olvidado cómo funciona la estructura que me hice en su día de este proyecto. Ahora mismo no sé siquiera si es la más válida o si se ajusta la idea inicial de lo que quería escribir con lo que de verdad existe, con lo que va saliendo. Con el producto natural de un año tan imposible de describir por los efectos que nos está dejando a todos.
Supongo que gran parte de la dificultad de pasar a poesía lo que ahora mismo son imágenes es esa. Mi eterna pregunta de cómo poner palabras a lo que estamos viviendo. Es un duelo el que estamos haciendo todos, el que nos queda por hacer. Y ahora mismo no sé exactamente en qué fase del duelo estoy, pero sí sé que la segunda ola proyecta ya su sombra en nuestro sistema sanitario. Es una columna de agua gigantesca que cada vez va creciendo más y más. No se termina de ver la cresta por más que elevemos la cabeza. Y todas esas toneladas de agua están próxima a caernos encima y engullirnos. Lo sabemos, la pregunta que nos hacemos ahora es cuándo exactamente.
Cuánto nos quedará de tregua. Cuánto nos quedará de calma en mitad de la tempestad. Cuánto nos quedará de duelo por vivir, de duelo por pasar. Cuánto dolor seremos capaz de soportar mientras seguimos adelante, mientras nuestras condiciones laborales van empeorando más y más.
A mi proyecto literario lo llamé Nostalgia en su día. Tenía un hilo conductor claro, unas ideas de base, una serie de conceptos que quería sacar al papel y darles su espacio. Hoy, ahora, siento que nada de eso tiene sentido. Es algo que se quedó en la era pre pandemia, en un momento que se me antoja tan lejano e inalcanzable que me cuesta volver a él para seguir escribiendo.
Hoy, en plena era pandemia, solo pienso en duelos, en dolor, en esa ola gigante que algún día nos aplastará a todos. Pienso más que nunca en mi futuro laboral, en todas las metas que quiero cumplir y en todo lo que me apetece hacer. Y se me antoja todo tan marciano que me quedo paralizada frente a Scrivener mientras pienso y pienso.
Tal vez lo llamara Nostalgia. Tal vez siga teniendo ese poso en el fondo. Tal vez todo lo que tengo para contar algún día salga, tal vez de pronto sea capaz de transcribirlo. Mientras tanto, Scrivener sigue con su cursor parpadeando, esperándome, esperando esas palabras que quizás sepan a pandemia, quizás a recuerdos, quizás a demasiadas cosas amargas alguna dulce por medio.