Ideas nuevas que van cogiendo peso, procesos creativos alejado de lo «habitual», pensamientos sobre escribir y sobre esta páginas: todos mis extraños en una entrada, mezclados y revueltos.
Primer extraño: momento actual
Rompí hielo intentando escribir algo en verso estructurado. En parte, quería probarme a mí misma, decirme que si en algún momento pasado yo era capaz de crear un soneto hoy no iba a ser menos.
Para ser algo rápido, no me disgusta del todo, por cierto.
Pero el cuerpo y la vida me piden ahora vivir dentro de otras etapas del proceso creativo mientras espero. Mientras el EIR se resuelve o no, mientras los caminos de las letras siguen su rumbo. Ya no es el momento de pensar en el examen, ni de decir más por el momento, más allá de la impresión general que tuve. Tampoco es mi turno activo de hacer que Nostalgia despegue, solo me queda eso, la espera.
Ahora es el momento en el que abrazo mi lado cíclico y vuelvo al punto de partida. Me dejo llevar por lo extraño, por todo lo que es nuevo. Me dejo engatusar por sus cantos y me dejo preguntar si sus vaivenes me dejarán pasarlos a palabras. No me caso con ninguna idea porque todavía ni las conozco. Es el momento delicado de anotarlas brevemente y dejar que el tiempo y el acúmulo de notas hagan el resto. El cuaderno hará de receptáculo e invernadero de todo.
Segundo extraño: sobre experiencia literaria y Plan de cuidados literario
Alguna que otra vez me he visto repasando esta web, mi Plan de cuidados literario, y pensando sobre lo que hablar en ella. Una observación rápida con el paso del tiempo me ha hecho darme cuenta que los viejos blogs de consejos de escritura parece que van muriendo poco a poco, cada vez quedan menos. Y así muchísimos rincones de la blogosfera literaria. Reflexionando sobre ello pienso que nunca he querido ser uno de esos cuando tampoco tengo más que aportar al respecto, excepto mi experiencia.
Es por eso por lo que hablo de mis procesos. La vida diaria ya se me mezcla entre sí en la agenda y en todo lo que hago cuando intento sacar hueco para la escritura. Esta entrada, por ejemplo, la he escrito en un fin de semana, tomándome un café, a punto de irme al hospital a uno de mis turnos de doce horas. No tengo un horario «regular» como podría entenderse uno de oficina. Los turnos son extenuantes en muchos casos y los salientes suelen ser días de simple supervivencia, de volver a la vida, ser una ameba y preocuparme por lo justo (comer, dormir y descansar, no necesariamente en ese orden).
Además de eso, mi experiencia literaria es reducida por el momento. He escrito y escribo mucho, sí, pero de momento solo he publicado en revistas online y en una antología benéfica, Mujeres en construcción, organizada por la editorial Vinatea. He enviado cosas a editoriales y concursos, sí, pero de momento solo he coleccionado rechazos. ¿Qué consejos podría dar a alguien que buscaría mi web para aprender a moverse en el mundillo? No puedo hacerlo por el momento.
Tercer extraño: los procesos
Lo que sí puedo es hablar de procesos. Contar cómo de esa mezcla de vida e impulso literario extraigo pildoritas que uso para inspirarme. Celebrar que, inconsciente o no de ello, durante un año de pandemia en el que mi mente vivía al ritmo de mis lavados de manos, sus brotes de dermatitis (y el dolor que eso conlleva), las veces que me ponía el EPI o me ajustaba la mascarilla fui capaz de seguir escribiendo. Que mi creatividad vive de momentos extraños que abrazo, de ideas extrañas que se convierten en familiares poco a poco, conforme van creciendo y haciéndose fuertes.
Puedo hablar de un proceso creativo alejado de escritorios salvo cuando por fin me siento frente a Scrivener, es noviembre y decido recopilar y escribir de verdad el trabajo de todo un año aquí y allí. Y puedo hablar de corregir en mis días libres porque son los únicos en los que me centro.
Mi Plan de cuidados literario es para hablar de mi extraño proceso creativo, salpicado de enfermería por todas partes. Así de extraño funciona todo. Así de sencillo y así de complejo.