Estas dos última semanas están siendo puro cambio, pura revuelta. Las rutinas se nos han resentido, cómo no.
El caos de circunstancias
El shock de estos días está siendo claro y evidente. La DANA del pasado día 29 ha dejado huella en todos nosotros. En las conversaciones habituales es costumbre ahora preguntar antes un «¿todo bien?» antes que un simple «¿cómo estás?». La preocupación por los que viven ahí sigue presente, queda mucho por delante. Aún no se ha limpiado todo, no se han encontrado los desaparecidos. Queda hasta que se pueda volver a una relativa normalidad. Y la gestión de todo está siendo nefasta, como bien se ha protestado este fin de semana.
No solo eso. En Valencia ciudad, en la zona en la que vivimos, no hemos sido afectados directamente por la destrucción, pero de modo indirecto la ciudad entera se ha resentido. Al dolor y la destrucción se une la pérdida del transporte (Cercanías, carreteras y la red de Metrovalencia), con lo que es un caos entrar o salir de la ciudad, moverse, etc.
En casa somos afortunados y vivimos en una burbuja, lejos de todo lo malo que ha pasado, pero aún así nos ha tocado, entre amigos y conocidos afectados en la zona y el transporte, por supuesto.
A todo ello se ha unido mi vuelta al hospital. Aterrizar, volver a conectarme al manejo de pacientes complejos de hematología y trasplantes de médula, volver a recordar detalles de la domiciliaria y hacerlo con la cabeza en mil pensamientos dispersos está siendo muy complicado. Parece que poco a poco estoy volviendo a ser la que era, a aclimatarme a la planta y sus tiempos, pero es difícil.
Lo bueno: gracias al diploma de trasplantes hematopoyéticos que empecé a cursar hace unas semanas (parecen más lejanas ahora mismo) me he podido incorporar al trabajo un poco más «situada» en contexto.
El orden de la rutina
Bebé, la escoleta y el tiempo libre juntos todos. El diploma de trasplante y su estudio. Las horas de trabajo y el transporte. Tareas domésticas y recados varios (repartido entre dos, pero siguen estando). Querer sacar un rato creativo diario para escribir aunque sea una línea. Encajar todo se nos está complicando un poco, pero espero que esta semana se asienten las cosas un poco y poder así funcionar mejor.
Toca organizarme. Toca volver a sacar la agenda, anotar las horas de trabajos y otras cosas importantes que no puedo olvidar. E incluyo ahí planificar los días de cocinar tuppers para llevarme al trabajo y para la peque, que a veces se me descuadran las cuentas.
Va a tocar volver a aprovechar esas horas nocturnas en los días que no trabajo para estudiar, como hiciera antes durante la oposición. Al menos voy bien, porque las clases las llevo al día y el temario, gracias a pasarme los pdf al Kindle, lo he podido leer todo y subrayar, pero sé que tengo que sentarme y estudiar. El primer examen es a final de mes, no puedo dormirme demasiado en los laureles.
En cuanto a la escritura, un poco sobre la marcha. Los huecos que pueda (siesta, la hora del desayuno a solas en la cocina) los uso para escribir aunque sea algo rápido. Sé que así no avanzo mucho con mis textos, pero me importa más no perder el ritmo y seguir haciendo algo, por poco que sea. Ya en los días en los que descanso y ella está en la escoleta los estoy aprovechando para extraer de mis viejos cuadernos notas que me sirvan para lo que escribo justo ahora, para mi Proyecto CV.
Todo es un intento de controlar el caos que me rodea, de intentar poner orden y cierta normalidad a mi rutina. Lo necesito, necesito centrarme. Y en estos momentos organizarme es lo único que sé que me funciona y me ayuda a llegar a todo.