En cuanto a lecturas se refiere este año está siendo muy irregular. Lo mismo hay meses en los que no toco ni un libro y en otros devoro cinco del tirón. En cualquier caso, paso por aquí a dejaros una reseña rápida de algunos de los títulos que más me han gustado hasta la fecha de todo lo leído.
Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla, de Sara Herrera Peralta
Hablemos de un poemario que recuerda y echa de menos a partes iguales, que extraña y duele en algunos momentos. Lo comencé el año pasado y, en mi costumbre de leer despacio, saboreando los versos, hice dos lecturas, la segunda más profunda en enero. Con la cabeza más despejada después del examen EIR pude apreciar aún más estos matices. Lo recomiendo, sin duda.
La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne
Una charla de libros y literatura, caza de brujas y otros asuntos con un gran amigo llevó a que me recomendase este clásico, casi más conocido por la adaptación al cine que hicieron hace ya años. Debo decir que no he visto la película, así que no puedo comparar ni afirmar si fue una buena adaptación o no.
Sin duda debo recalcar la atmósfera del libro, tan represiva y deprimente. La letra no es solo algo que se borda al pecho como recuerdo de un pecado, es una condena de por vida, es el ostracismo y el destierro de la comunidad. Y el final me tuvo en vilo, devorando hoja tras hojas, hasta el punto final.
La reina roja, de Philippa Gregory
Hacía eones que no me enganchaba a una novela histórica y esta me ha hecho recorrer la Wikipedia buscando más información sobre la Guerra de las Dos Rosas. La protagonista es Margarita Beaufort y narra en primera persona su vida en esa época en guerra. La novela me pareció interesante y, ya digo, me sirvió para investigar y leer sin parar sobre personajes de la época y sobre los reyes de Inglaterra hasta la fecha.
Por mí, objetivo conseguido por partida doble: me entretuvo como novela y me hizo interesarme por la historia.
Una habitación propia, de Virginia Woolf
No sé cuántas veces habré leído este ensayo, escrito por Virginia a partir de una serie de conferencias que dio en la Universidad de Cambridge en 1928, pero cada vez que lo hago me enamoro más y más de él. No sé cuántos marcadores puse en el Kindle para señalar las partes que me gustaban, porque subrayaría párrafos enteros.
Lo que más fuerte me parece es que casi cien años después de haber sido escrito no ha perdido mucha vigencia. Recomiendo leerlo, sin duda. Para mí es un imprescindible de mi biblioteca personal y vuelvo a él de cuando en cuando, supone un soplo de aire fresco siempre.
Notes on nursing: what it is and what is not, de Florence Nightingale
No me voy a explayar mucho en este punto porque ya hice una entrada entera al respecto.
Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit
Cuando fui al ENDEI con Laura Huelin, además de compartir distintos momentos, algunos muy divertidos, nos dio el evento como para pasarnos por la librería Argot, de Castellón. Allí acabamos pecando, como buenos bichitos de biblioteca que somos, con un libro cada una de la editorial Capitán Swing.
En mi caso me traje a casa Los hombres me explican cosas y no pude ni esperar a llegar para empezarlo, en el tren de vuelta a Valencia ya lo estaba empezando. No me duró nada, de lo rápido que me lo leí, y me pareció muy interesante, a pesar de que no mantiene el mismo ritmo en todo el libro: a veces se desinfla un poco o da algunas vueltas de más para mi gusto, pero en general me gustó mucho.
Indies, hipsters y gafapastas, de Victor Lenore
Laura me dejó este también, aunque me lo dosifiqué. Tras devorar el de Rebecca Solnit me reservé este para el siguiente viaje en tren que hice.
Centrado en la industria musical, sobre todo, este libro habla de temas tan interesantes como el consumismo «de élite» (entiéndase por «élite» como algo más bien impuesto por la estética «moderna») y cómo se presume de él, cómo este consumismo afecta a diversas esferas o la gentrificación, entre otros temas. Me hubiese encantado que hubiese profundizado en varios aspectos, como el de la gentrificación, por ejemplo, pero me pareció muy interesante como análisis.
Voces de Chernóbil y La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich
En la Feria del Libro de Valencia, además de asistir a actos como la presentación del último libro de Valencia Escribe, también acabé ampliando la biblioteca de casa. Se vino conmigo La guerra no tiene rostro de mujer, un libro que tenía muchísimas ganas de leer desde hace tiempo.
Pero antes de dedicarle mi tiempo decidí hacer una relectura al libro Voces de Chernóbil, de la misma autora. Sin pausa, encadené uno con otro y ha sido una decisión que no me ha pesado, a pesar de la dureza de los testimonios y la enorme cantidad de voces. Un mérito, por la dificultad que seguro que tuvo que tener para recopilarlas todas en ambos libros. Después de leer ambos, además de quedarme bastante tocada, confirmo que Svetlana Alexiévich se está convirtiendo en una de mis autoras favoritas. Necesito leer más de esta mujer, punto.
Cuaderno de campo, de María Sánchez
Como he leído hoy en el Twitter de la editorial La Bella Varsovia, este libro ha llegado ya a su cuarta edición. Y no me extraña por qué lo ha hecho: naturaleza, vida, animales, muerte, familia, todos se dan de la mano y te envuelven. Se lanzan las preguntas, quedan enterradas entre vegetación y sangre animal, sin responder. Y hay una de ellas que me persigue desde que la leí:
«siempre la misma pregunta
lastimando
¿quién recogerá todo lo que una mujer escribe?»
Supongo que, hasta que la resuelva alguien, tocará seguir leyendo. Puede que esté oculta entre tantas obras femeninas olvidadas.
PD: no queda nada ya para cerrar la encuesta de la web, el 31 la daré por concluida. Gracias a todos por las respuestas.