El Reto del Juntaletras es un reto propuesto por el escritor y bloguero Carlos J. Eguren en su blog El antro de los vampiros y otros monstruos. Consiste en escribir tu novela en 12 meses.
Ya he hablado antes de la construcción de la historia y del hecho de centrarte y no dispersarte. Hoy vengo a tocar el tema en sí de lo que se supone que tendría que estar hablando ya, de la escritura. Y qué mejor que empezar con lo que tengo entre manos ahora mismo, esto es, los comienzos.
Llega el momento que llevas deseando desde que se te ocurrió la idea inicial. Por fin te vas a sentar a escribir esa historia que te ronda y a la que tantas vueltas le has dado. Afrontar este punto puede ser muy diferente según el método que cada uno utilice. En el fondo esto es absolutamente personal y utilizas lo que te funciona. Pero voy a generalizar un poco para hablar del tema de ese inicio, de esas primeras palabras que escribes de la historia en sí, con las que comienzas.
El inicio de una historia si eres escritor de mapa.
En este caso comenzarla es el culmen de un proceso, el de planificación. Después de tener todo atado y bien atado es cuando toca plasmar todo ese trabajo previo.
La ventaja de la planificación y la preparación es que al momento de sentarte a escribir es evidente que tienes el camino marcado. Sabes qué direcciones va a tomar tu texto, tienes claro cada detalle de todo y es menos probable que te quedes en blanco por falta de ideas. Es cuestión entonces de aprovechar ese material y ese tiempo de trabajo para contar exactamente lo que quieres.
Hay una clara desventaja, no iba a ser todo maravilloso. Para muchos el hecho de trabajar tanto de forma previa hasta el punto de tener calculado al milímetro cada detalle les supone una forma de coartar la creatividad, un freno de mano echado. Sienten que así el interés por ir descubriendo hasta dónde podría llevarte la historia se pierde porque ya lo saben todo, pierden el aliciente de ir escribiéndola y conociéndola a la vez.
El inicio de una historia si eres escritor de brújula.
Un escritor de brújula es de planificación mínima, muy mínima, si es que tiene alguna. Así que en este caso empezará a escribir muchísimo antes que el escritor de mapa ya que el impulso de escribir es lo que le hará ir descubriendo la historia y que vaya surgiendo.
En principio no es algo malo de por sí y si te funciona no hace falta cambiarlo. Tiene sus ventajas, como por ejemplo el hecho de que al ir escribiendo va conociendo la historia y eso puede hacer que no mengüe el interés por ir desarrollándola. Pero tiene un claro inconveniente: la hoja en blanco acecha con más facilidad y los bloqueos, el no saber cómo seguir, tienen una probabilidad muy alta de que ocurra.
Ninguno de estos dos tipos de escritores es mejor que el otro, cada uno tiene su propia dinámica y su forma de trabajar, muy personal.
Mi dificultad con los comienzos.
En mi caso me considero escritora de brújula. Bien es cierto que algo planifico, que trabajo antes de empezar a escribir un poco el argumento, la estructura y demás, pero en realidad todo se reduce a un puñado de esquemas tan cortos, tan «poca cosa», que realmente no se puede considerar una planificación en serio. Hay huecos, no tengo los detalles y espero ir descubriéndolos por el camino.
Para mí esto es bueno, es como funciono. Fomentan mis ganas de continuar, de seguir adelante y no quedarme días sin tocar la historia. El riesgo de la hoja en blanco sigue ahí, pero no puedo evitarlo, si planifico más pierdo el interés. Además, después me suelo saltar por completo gran parte de ese esquema previo porque veo que no me funciona, no me motiva o hay una idea que surge nueva y la veo mejor para lo que estoy escribiendo.
Sin embargo, aunque tenga claro qué quiero escribir, cómo y tenga todas las ganas del mundo de ponerme a ello me cuesta muchísimo empezar. Arranco, escribo algo y me paro, vuelvo a empezar y así vuelta al punto de partida. Es como que me es difícil coger el ritmo al principio, lo noto sobre todo cuando he acabado poco tiempo antes con otro proyecto, su sombra pesa todavía y se me hace complicado entonces eso de iniciarme con lo nuevo. Después, poco a poco, ya me pongo a ello y no me cuesta escribir, pero al principio se me hace complicado.
Es curioso esto, ya que el momento de empezar, de poner las primeras letras al proyecto, suele ser el de más emoción y el que con más facilidad suele salir.
Algunos consejos para los comienzos.
Gracias a ese problema mío con los principios y a base de ensayo y error he podido probar cosas que me funcionan y cosas que no. Os traigo por aquí lo que a mí me está sirviendo en estos momentos de inicios de la historia que ando escribiendo.
- No hace falta empezar por el capítulo uno. En serio que no. Ni por la que será la primera página más adelante, cuando la tengas terminada. Me pongo antes con lo que más me apetece escribir en esos momentos o lo que más me inspira como para seguir adelante. Si ya me cuesta arrancar como para ponerme trabas yo misma.
- No buscar la perfección desde el principio. Si trato de hacerlo más que perfecto incluso antes de escribir el primer párrafo me pasaré más tiempo dándole vueltas a lo poco que teclee y entraré en un bucle de reescritura del que me sería muy difícil salir. Mejor contar lo que quiero contar y ya más adelante, con las revisiones, corrijo.
- Planificar la estructura más básica. Cuatro líneas mal contadas sobre qué quiero contar en general y por capítulos, nada más elaborado. Es bastante probable que la mitad de ello lo termine ignorando, pero mientras tanto me sirve para no desvariar sin rumbo, no irme por las ramas.
- Dedicarme una tarde o una mañana para mí y para mi escritura. Por problemas de horarios (trabajo, estudio) me está costando últimamente encontrar huecos para ponerme a escribir en condiciones. Media hora diaria encuentro, pero a veces el cuerpo te pide más. Cuando todo falla, cuando más necesito escribir, cuando es preciso soltar lo que llevo dentro y empezar de verdad, de una vez, no hay nada como aislarme del mundo en general y dedicarme la tarde o la mañana para teclear hasta que me harte. Sienta maravillosamente bien y te quitas de un plumazo cansancio, preocupaciones ajenas al texto y, por supuesto, avanzas todo lo que no has hecho en toda la semana. Mano de santo.
Así que, ya que he empezado pero llevo con la historia (Proyecto Armonía) congelada tres semanas entre turnos, cansancio, estudios y demás, mi propósito para esta semana es encontrar un hueco cuando sea y dedicarme por lo menos una hora de tecleo intensivo. Mi historia y mi sed de escribir, así como esta dificultad que tengo para iniciar proyectos que tengo planificados, lo van a agradecer mucho.
Ya os iré contando más avances conforme vaya escribiendo.
Me declaro escritora de brújula (no sabía que el ser una asalvajada para escribir tuviera nombre, jajajajaja), de manual… y además fan total de tus consejos.
Tengo que volver a retomar la costumbre de echarme una libretilla y un boli al bolso. Eso sí, siempre llevo el pen encima cuando veo que lo más probable es que haya ordenador y pueda ponerme un poco escribir.
Me encantan las entradas literarias Isi, ¡enhorabuena, te las curras un montón!
¡¡Besos!!
Mujer, claro que existe forma de definirlo, no todo el mundo escribe igual.
Yo he cogido la costumbre de llevar en el bolsillo de la mochila el cuaderno y aprovechar los trayectos en metro para darle caña a las ideas. Ayer, por ejemplo, surgió así un poema. Y como tuve la tarde tranquila pude aprovechar para anotar algunas cosas más. Lo del pen no es ni mala idea, además, ahora que lo pienso, en el estuche siempre llevo mi pen de Batman, así que podría aprovecharlo.
Me alegro de que te gusten las entradas literarias, me salen con bastante facilidad últimamente.
¡Besos!