No quería dedicar una entrada más al tema del post-EIR. De hecho, no quería dedicar ninguna entrada más en mi vida al tema del EIR, pero viendo el final de esta séptima aventura creo que, al menos, se merece un último post de despedida.
Sobre esta última entrada del EIR
A mediados de marzo escribí la que pensaba que sería mi última entrada al respecto, hablando de cómo me sentía entonces, a dos semanas del examen. Comentaba, entre otras cosas, el cansancio crónico que arrastraba respecto al tema especialidad, lo muchísimo que me había costado llegar a la recta final del examen. También concluía que iba a ser mi último intento, para bien o para mal.
Esto último lo mantengo. Estoy agotada de prepararme el mismo examen una y otra vez. Por mucho que haya hecho un parón entre mi quinto y mi sexto intento, por mucho que me lo haya tomado de otra forma y haya estudiado como no lo he hecho en intentos interiores tuve momentos duros. El cambio de puesto de trabajo me afectó mucho, especialmente por el cambio de turno (me descolocó el calendario de estudio por completo). Coincidió con el cansancio de la preparación mientras no se sabía la fecha de examen, se especulaba con ella y el Ministerio no se manifestaba. Supongo que ardí de rabia y acabé combustionándome por completo.
Se añadió a todo eso el hecho de escribir lo que escribí a lo largo de noviembre, un NaNoWriMo que podría haberme ahorrado por el bien de la preparación del examen pero que preferí hacer, aunque fuese a ratos para sacarme el dolor de la pandemia de dentro, liberarme un poco y tener algo más de esperanzas (incluso con el examen, sí). ¿Hice bien en hacerlo? Posiblemente tendría que haber dedicado ese mes en exclusiva a estudiar, nada más que estudiar y solo estudiar. A lo mejor si lo hubiese hecho tendría mejor nota que ahora. O lo mismo estaría todavía más quemada y harta.
Un NaNoWriMo salvador
Cuando decidí sentarme a escribir a lo largo de noviembre era muy consciente de lo que hacía y dónde me metía. Sabía que necesitaba soltar lastre. Me notaba mentalmente hundida, haciéndome continuas preguntas. Y si ahora, por fin, me encuentro mejor, es en gran parte por lo escrito y por los resultados obtenidos, por Nostalgia.
Es por eso por lo que no me arrepiento. Como reflexioné justo antes de empezar el reto, lo necesitaba. Todo lo que he escrito desde el uno de noviembre me han traído hasta aquí, hasta un estado de paz mental que me faltaba. Incluso con el EIR, todo ha pasado por ese filtro y todo ha adquirido un enfoque diferente después de eso. En gran parte por eso también relativizo con el resultado del examen y no me lo tomo tan a la tremenda. Mi mente ha pasado página incluso antes de hacer el examen.
Escribir me ha devuelto la calma, me ha aportado tranquilidad. Y el hecho de firmar mi vacante en septiembre ha sido otro gran motivo por el cual sabía que tenía que pasar página escribiendo.
Resultado del último examen EIR
No le doy más vueltas. Después de la corrección inicial, de la reclamación para que tuvieran en cuenta mi expediente y de todo, salieron por fin las listas definitivas. Soy la 1735.
Este año son 1683 plazas las ofertadas por el Ministerio de Sanidad. Es la mayor cantidad de plazas que se ha ofertado nunca para el EIR. Y teniendo en cuenta la posición en la que estoy, la posibilidad de escoger existe y está ahí, aunque es mínima.
Y a estas alturas no me importa demasiado esa mínima posibilidad, esa posición. Estoy contenta, sé que ha sido un esfuerzo importante el que hice. Estoy feliz, también, porque doy fin a esta etapa de mi vida de estudiante del EIR pudiendo decir, bien alto y sacando pecho, que en todos los intentos que hice pasé el corte y me quedé cerca de conseguirlo. Que en todos me esforcé por conseguirlo. Que con todos ellos aprendí muchísimo, no solo sobre lo estudiado, también sobre mí misma y cómo funciono. Que estos siete intentos han sido, del primero al último, un ejercicio intenso de presión mental de los que he salido con la satisfacción de, al menos, saber que en todos di lo mejor de mí.
No es para mí. Está claro que la especialidad enfermera no está hecha para mí. Y no pasa nada por admitirlo. Hay más caminos dentro de la enfermería, más metas, y estoy ahora mismo ya haciendo otras cosas que también me están aportando mucho en mi día a día: en concreto, tengo entre manos un experto sobre hematología, el campo en el que ando trabajando en este momento.
Mi sed de conocimientos, como dije a principios de año, es infinita y se ha incrementado con la pandemia. Toca cerrar por fin este capítulo tan largo en mi vida y comenzar otros nuevos, con horizontes diferentes.
Digo desde aquí hasta siempre al EIR. Y os doy las gracias a todos los que a lo largo de estos siete intentos me habéis leído, apoyado y animado. Gracias, de verdad, por todo ese cariño.