Disculpad mi tardanza en traeros la entrada habitual del lunes. Sé que ha caído al final el miércoles, no cuando quería traerla. He tenido un fin de semana y un inicio de semana bastante complicado, así que hasta ahora no he podido ponerme a teclearla. En compensación os diré algo: hoy mis suscriptores recibiréis en muy breves la newsletter mensual y os contaré alguna cosa más en exclusiva.
El tema del día es, digamos, la continuación del post que hice hace unas semanas sobre estudiar y trabajar. Es también una continuación de la entrada sobre centrarse y no dispersarse. No todo en esta web va a ser hablar sobre estudios, sobre el EIR y demás. Tampoco hacer entradas del Juntaletras sin aportar nada nuevo, hoy quería añadir algo más a la anterior, algo que nombré casi de pasada: la distribución del tiempo y cómo conseguir un rato para escribir a diario.
Esto de escribir a diario, de seguir con el reto 250 adelante, ha hecho que reciba por privado alguna pregunta sobre cómo lo hago para llevar todo adelante y además sacar ese rato diario para escribir.
Un rato diario.
No puedo decir yo cuándo, eso depende de la rutina de cada uno, pero seguro que todos tenemos aunque sean unos minutos para poder dedicarnos a escribir. El caso es aprovechar esos huecos muertos, sin mucho que hacer, para sacar veinte minutos o media hora para escribir. Yo suelo dedicarme los ratos del desayuno cuando tengo el turno de tarde, la sobremesa a veces, otros días después de cenar… Voy variando porque, aunque todo el mundo recomienda en estos casos una rutina, mis turnos de trabajo no me permiten tener una fija.
La verdad es que se siente un placer especial en dedicarme ese tiempo para mí, para hacer algo que me gusta y me aporta tanto. Mi media hora, cronometrada gracias a Writeometer (aplicación que os recomiendo mucho, la llevo usando todo el año y me encanta -desconozco si está para iPhone-) es como «mi momento especial» del día, ese en el que desconecto de todo para preocuparme solo de lo que me apetezca teclear, de lo que tenga ganas de escribir. El resto del mundo desaparece en esos momentos.
El uso del tiempo durante el rato de escritura.
Si durante el rato que me he dedicado ese día para escribir veo que por más que lo intente me veo bloqueada pues me dedico a revisar lo que tenga por ahí apuntado, que suele salir algo de lo que tirar del hilo. A unas malas, corrijo. Siempre hay algo que hacer.
El caso es que, ya que tengo que repartir mi tiempo entre tantas cosas, ese rato mínimo (que a veces expando y lo convierto en un par de horas porque me lo pide el cuerpo) supone un paréntesis interesante y necesario. Y como paréntesis que es, sé que tengo que aprovecharlo al máximo. Si hay que apagar el router para centrarme, se apaga.
Y en qué puedo emplear esa media hora que he dicho:
- Puedo usarla para corregir algo que tenga pendiente. Es un buen punto de partida. Así, por ejemplo, puedo ver dónde me quedé el día anterior para poder seguir. O puedo ver si ese proyecto que escribí hace tiempo funciona o no, cambio si hace falta algo, etc. Las correcciones son necesarias, una parte vital en el proceso de escritura.
- Leer notas de proyectos, guiones, etc. Muchas veces a partir de esto surge la chispa que te llevó a empezar a pensar en ese proyecto y tirar adelante. Además, esto es bastante inspirador y si a lo mejor no sale escribir el proyecto en sí puede que te vengan ideas para mejorarlo, cosas a añadir o quitar, etc.
- Aprovechar y hacer lo que tenga pendiente. Siempre puede haber algo que hacer: un relato para algún concurso, textos para el blog, poemas para algún recital… Mil cosas hay para escribir, así que esa media hora es una excusa genial para sentarte y dedicarle tiempo a esas cosas que también son necesarias teclear.
- Improvisar. Sin más, a veces también apetece dejarse llevar. Puede ser un ejercicio que dé lugar a algún texto que, con trabajo y paciencia, dé buenos resultados.
Y ese es mi método para poder llevar adelante la escritura. Si solo me dedicara a opositar me sería más fácil encontrar estos huecos, ya que me puedo organizar el día entero yo por mi cuenta, pero al añadirle el trabajo a la ecuación obviamente tengo que repartirme en más asuntos. Ya sabéis ahora cómo lo hago para que me cunda.
Me ha encantado, es muy difícil cuando trabajas y estudias dedicar un tiempo a escribir de manera placentera, intentaré seguir tu consejo y dedicar un tiepo determinado para escribir con tranquilidad.
Si además es un periodo corto te dará menos pereza. Un ratito nada más, tampoco necesita que sea cronometrado, pero sí que sea un tiempo sin distracciones, solo para eso. Al final terminas acostumbrándote a él y si te falta el día no estará completo del todo.
Gracias por la visita y el comentario 🙂