He vuelvo por aquí, sí, y hablando de escritura y del NaNo. Porque ya que me quito de encima lastres vengo a compartir lo que más ganas tenía de volver a hacer: escribir de forma compulsiva.
¿Conocéis algo que mate más una rutina que encadenar un turno tras otro con el estudio de las oposiciones en su recta final, entre las otras cosas que llevo adelante? Llevo suspirando por quitarme el examen (el primer paso de mi triple meta) desde hace más tiempo del que he comentado alguna vez por aquí y aún más todavía soñando con un NaNoWriMo lleno de días de escritura.
Que voy a participar en el NaNo de este año ni se discute, en esta casa es una tradición iniciar noviembre escribiendo y esta vez será la octava vez consecutiva que participo. No hay ganas de romper el récord, más cuando es mi evento literario favorito del año, como he comentado alguna vez. Todavía no tengo decidido del todo qué escribiré en sí, pero sobre esas divagaciones en las que todavía ando hablaré en la próxima entrada. Lo que sí tengo claro, además de las ganas de desconectar un poco de todo y escribir mucho, es que antes de eso quiero volver a esa rutina que he abandonado y dejado de lado durante tanto tiempo por terminar de preparar un examen. Me subía por las paredes en la recta final, os lo garantizo.
¿Y qué pueden suponer casi veinte días seguidos de no escribir? Quizás para otras personas nada, pero para mí, acostumbrada a escribir a diario hasta hace poco, y con un año literario muy flojo, la verdad es que me veo ahora mismo completamente desentrenada. Me cuesta coger el ritmo, escribir un par de párrafos seguidos, avanzar más allá. Y pretendo, tal y como estoy, hacer un NaNo entero, con lo que supone eso. Locura y lo sé.
La única solución para no querer dejarlo al día siguiente de empezarlo es iniciar hoy mismo la rutina de escritura, sin esperar más. Dedicar la semana y media que falta para el kick-off en tareas tan productivas como pensar ideas para escribir durante noviembre, avanzar en la planificación de lo que sea por lo que me decida al final (si es que al final planifico algo) y lanzarme a la escritura, no quedarme en el plano de las ideas nada más.
Como quien dice, voy a empezar de cero con el tema rutinas, tras tanto tiempo alejada de ella. Y pienso hacerlo con ese ratito al mediodía después de comer (mi idea es hacerlo incluso esos días que estoy liada por la tarde, aunque sea mientras tomo un café rápido antes de seguir). Media hora, veinte minutos o diez, los que sean y los que se puedan. Es un momento del día que me funciona, junto con el de la ida al trabajo en el bus o el metro. Al final se trata de eso, de buscar ese momento que sabes que te funciona y te viene bien y, por pequeño que sea, aprovecharlo. Y si no se sabe cuándo es eso, buscarlo activamente, experimentar y probar hasta dar con él.
Y entre experimento y experimento a ver qué se me ocurre para teclear durante el NaNo.
Yo he hecho dos veces el NaNo. El año pasado ni lo intenté ya. El anterior sí, pero abandoné. Y bueno, no me da la vida, la verdad. Así que nada. Pero este año me he propuesto intentar escribir un poema al día durante noviembre. No es el NaNo, pero bueno, es escribir 😀
Es escribir, sí, también es interesante y creo que por eso deberías intentarlo. Un poema al día es viable, no es algo que no se pueda conseguir. Mucho ánimo, te estaré dando fuerzas desde las redes.