«Estáis hechas de otra pasta.»
Y lo pienso. Pienso en la compañera de UCI que me lo dijo. Si estará ella harta de ver extremos. Si habrán sufrido en las sucesivas olas.
«Porque yo tengo amigas que me dicen que cómo puedo con esto. Luego os veo a vosotras [de hematología] y no sé cómo podéis. Yo no podría.»
Ella ve lo que les llega, lo más grave, lo que se queda por el camino.
Salen. Nuestros pacientes salen. Solo que ella se queda con lo malo, con lo complicado, con las etapas finales. No ve las altas. No ve los que se pasan a saludar, ya recuperados, aprovechando la revisión.
Somos, además, casi como una familia. A base de ingresos y estancias largas los pacientes y nosotras formamos un vínculo muy cercano. Acompañamos durante el diagnóstico, con las quimios y durante los trasplantes. Y, como parte de la domiciliaria, además, acompañamos en la recuperación en casa en algunos casos de consolidaciones y trasplantes. Resolviendo dudas, haciendo analíticas, trasfundiendo y lo que sea necesario para esa recuperación y alta.
Vemos mucho sufrimiento, sí. Vemos a veces a la muerte. Nos acompañan en todo esto los que se van. Pero también vemos felicidad con esas altas, con los buenos resultados, las buenas noticias, las despedidas de la unidad.
Quizás el azar es lo que nos ha traído a todas a esta unidad. Pero sé apreciar la suerte que he tenido de caer aquí. A pesar de lo malo, a pesar de la sobrecarga de trabajo y a pesar de que a veces nos quemen desde más arriba. Nuestros pacientes, al menos, valoran ese esfuerzo que hacemos por ellos y nos aprecian.
Seguramente estemos hechas de otra pasta, no lo sé. Lo que sé es que menuda suerte de estar donde estoy en estos momentos. Incluso con todo lo malo, compensa.
*Informes post-guardias es una sección donde recortes de pensamientos sanitarios, no sanitarios y personales se entrecruzan, fáciles de leer y digerir.