NaNoWriMo: el reto de escribir cincuenta mil palabras en un mes. Para mí va mucho más allá y a lo largo del pasado mes de noviembre, mientras trabajaba, he estado reflexionando sobre ello.
Introducción
Podría decir que es solo eso, un reto de escritura, ponerme cada día una meta y ya está. Podría decir que me encanta, que es mi reto favorito del año y pasar a contar mi historia a lo largo de estas once entregas.
Pero va la cosa más allá.
En los últimos dos años mi proceso de escritura ha cambiado muchísimo. Previamente a la pandemia había pasado por momentos de sequía combinados con momentos en los que las palabras parecían que surgían como un torrente de mí. Pero fue venir la pandemia y, con el encierro, con la realidad cuando salía a trabajar, con el miedo y con todo que cambió mi proceso creativo. Como tantísimas otras cosas en la vida a raíz del coronavirus.
La organización y el NaNoWriMo
Tiendo a organizarlo todo muchísimo. La realidad es que mi tendencia al caos es enorme y si no me siento con un calendario delante a encajar, como en un puzle, lo que quiero hacer no sería capaz de conseguir nada.
Luego podríamos hablar de mi fuerza de voluntad para ponerme a hacerlo todo hasta que consigo sacarlo, pero eso sería tema para otra entrada.
La cuestión es que, siendo como soy una escritora de brújula, me cuesta hacer escaletas. No las sigo, me las salto, paso de ellas. Pero lo que sí me funciona es ir trabajando poco a poco en todo lo que quiero contar, tener muy claro ciertos puntos que para el proyecto que tenga entre manos son importantes (como, por ejemplo, los apartados o capítulos de Catenarias) y a partir de ahí, de un esquema tan básico que es solo un boceto sucio, construir todo.
Así que para mí el NaNo en realidad es un momento al que acudo con la mente en blanco, un puñado de referencias que me planteo estudiar y un hilo trazado meses antes sobre lo que quiero contar. Nada más.
Pero también el NaNo es el eje a partir del cual planifico el resto del año literario, incluyendo las entradas de este blog. Cuando me siento delante del calendario para ver cómo voy a repartir las entradas por trimestre, qué voy a ir publicando por temáticas y demás, el NaNo se manifiesta con su serie de entradas previas, durante el mes del reto, y después. También vertebra mi forma de trabajar y voy repartiendo la carga de revisiones, escritura y demás en el calendario a partir del mes de noviembre.
Y todo esto, como ya digo, es algo que ha cambiado mucho con respecto a años previos.
Vida más allá del NaNo
Porque, ¿qué escribo en noviembre?
El año de la pandemia, 2020, fue el año de soltar rabia y dolor. Fue cuando Catenarias fue escrito en su mayor parte después de revisar todo lo que tenía hasta entonces, entre otras cosas.
Este año, en 2021, he estado revisando material: artículos, libros, mis propios cuadernos, las notas del móvil. Todo. A lo largo de este mes de noviembre lo único a lo que me he dedicado es a comprender mis futuros proyectos, a ver sus posibilidades, a estudiar lo que sabía que les daría el sustento suficiente para que sean proyectos con entidad propia. Hacerlos crecer y abonarlos.
Mi año literario se estructura y basa en el trabajo que haga a partir de ese mes de reto de escritura. Si en noviembre acabo con lo que tenga entre manos, diciembre es el mes de iniciar revisiones y correcciones. Si no, a continuar hasta terminar lo empezado en noviembre, aunque a menor ritmo (recordemos que, además de escribir, trabajo como enfermera a turnos y estudio oposiciones). A partir de ahí el año se inicia y ya me dedico a corregir, a seguir creando en mis cuadernos de forma libre como siempre y avanzar. En verano es cuando suelo dedicar tiempo a planificar la escritura, ver por dónde voy y pensar en el siguiente NaNo y en qué haré ese año en concreto. Porque luego, en noviembre, toca trabajar con lo escrito a lo largo de todo un año y hacerlo crecer.
A grandes rasgos, ese es mi año literario de trabajo. Y es el motivo por el que el NaNo va mucho más allá del mes de noviembre, porque estructura el resto de mi escritura los once meses restantes.
Cincuenta mil palabras
Conseguir cincuenta mil palabras se convierte en algo más sencillo, dentro de lo que cabe, si durante el curso de todo el año es algo natural. Si a diario escribo, o lo intento. Si esto forma parte de mí en tantos sentidos. No quiero volver a pasar por periodos de abandono de la escritura por problemas varios, como me pasó otras veces en el pasado. Escribir me sana, me sienta bien y me completa.
Cincuenta mil palabras, unas mil setecientas diarias, es lo mínimo que me pido cuando quiero organizarme y escribir de un tirón lo que voy recopilando en pedacitos varios a lo largo del tiempo. Condensar lo que realmente tengo que contar, dejar que el libro o libros que van creciendo dentro de mí se expandan en todas sus posibilidades. Es mi punto de partida, porque me he acostumbrado a ello, y es mi unidad de medida para saber qué puedo escribir, cuánto y hasta cuánto, explorar todas esas posibilidades y algunas más.
Luego el manuscrito final tendrá otra longitud, seguramente con las correcciones se reduzca bastante. O quizás se expanda. Pero para mí es un buen punto de partida. Escribo normalmente de más, y lo sé, para que luego el manuscrito final, pulido y corregido, se adapte a lo que realmente necesito contar.
La escritura el resto del año
Escribo muchísimo en papel. Anoto todo y por todas partes, no es nuevo en mí. Pero luego no vuelvo a lo que escribo, no lo reviso, sigo avanzando sin mirar atrás.
Noviembre es mi excusa para reencontrarme con mis últimos meses de trabajo y poder plantearme los siguientes. Y es por eso, por todo lo que implica, y porque para mí estructurar el año así es una forma como cualquier otra de tener una rutina de trabajo que me permita seguir escribiendo a pesar de todo por lo que el NaNoWriMo va más allá de un puñado de palabras escritas rápidamente.
Le he dotado a este reto de un envoltorio, un significado, que va más allá y lo he convertido en algo tan mío que ya no es solo mi evento literario favorito, es también el eje en el que estructuro, en estos momentos de mi vida, mi escritura.