Mis dos motores creativos principales siempre han sido dos: imágenes, del tipo que sea, y música. Últimamente, vuelve de forma recurrente una imagen que llevo aparcando mucho tiempo y que pide, dos poemarios y catorce años después, que vuelva a ella.
Quizás esto sea una crónica de algo anunciado, pero cierta idea que hace catorce años vino a mí ha vuelto. Con el filtro del tiempo y la evolución correspondiente, pero está conmigo de nuevo.
El riesgo de resucitar una historia antigua
Quizás resucitar lo que está muerto y enterrado sea un error. Sin embargo, no considero que haya pasado jamás página con esta historia. Siempre ha estado como en la recámara, esperando su momento. En todo momento ha habido una fuerza poderosa que me ha hecho ir avanzándola con el paso de los años, seguir pensando en ella incluso cuando he estado haciendo otras cosas. Y, encima, en todo este tiempo he ido entendiendo los puntos en los que flojeaba en su momento, hace años, cuando la empecé a plantear.
Tan sencillo como que la historia me quedaba demasiado grande en esos momentos, cuando era todavía un proyecto al que llamaba Ilusión.
Sé a lo que me arriesgo tratando de resucitar esto. Sé que puedo arriesgarme a acabar dedicándole mi atención para acabar en el mismo punto en el que estaba, aunque sea con un puñado de palabras nuevo. Sé que lo mismo es que esta historia no puedo escribirla, que tal y como descubrí hace unos años el libro que entonces pensé que quería escribir en un principio ya estaba escrito.
Y, sin embargo, releyendo todo lo que he encontrado que he escrito hasta la fecha, desde la idea inicial, he comprobado la evolución. De esa idea inicial a la actual hay un trecho tan grande que por qué no intentarlo. Por qué no probar suerte y resucitar este proyecto, aunque esté tan cambiado que casi se podría hablar de una idea derivada, algo diferente.
Catorce años no han pasado en balde.
La historia de la evolución de una idea
De esa primera idea inicial, como bien he leído en algunas notas antiguas y en viejos papeles doblados por la mitad que se rompían de verlos, a lo que tengo actualmente en mente casi se podría decir que hay un mundo de distancia. Tanta, que pensándolo fríamente, ni siquiera puedo hablar de resucitar una historia como tal, más bien de resucitar las ganas de escribir lo que años después ha ido derivando de ella.
Porque en su día escribí una historia, sí. Una pequeña historia ambientada en Málaga, recorriendo sus calles y monumentos, descubriendo ciertos lugares que me gustan especialmente. De 2009 a 2014 aproximadamente fue lo que ocupó mis horas, mi gran proyecto literario para la fecha en unos momentos en que todavía me faltaba mucho por rodar pero que agradecí mucho haber hecho. Sin esto que escribí, tanto a mano como luego en el teclado de mi ordenador de sobremesa de entonces, siento que no hubiese crecido como escritora.
La cosa es que después de ese punto final han ido viniendo las ideas satélites, por llamarlas de alguna manera. Ideas que empezaron a surgir en los alrededores de esas fechas de escritura y que no fui incluyendo, ya fuese porque no creía que encajaran con lo que tenía entre manos, ya porque lo intenté pero lo hice de forma muy primitiva. Estas ideas satélite han ido creciendo, tomando entidad propia y haciendo que entendiese mucho mejor el peso de la imagen que más me ha ido persiguiendo con el paso de los años. La que hace que arranque ahora con ganas este nuevo proyecto. La que ha conseguido que escriba a lo largo de los años otras ideas satélite con las que he ido madurando también, por el camino.
Ha pasado de ser un proyecto literario a ser el conjunto de ideas con las que he ido creciendo como escritora.
De la poesía ¿a la prosa?
Y llega, o más bien se asienta, la poesía en mi vida. Y escribo poemas, muchos, algunos en libros que jamás verán la luz (dos que quedaron en el cajón), otros en libros más maduros (Catenarias y el último poemario que terminé y que ando moviendo ahora mismo).
¿Dónde voy ahora a acercarme a la prosa si llevo años alejada de ella, si lo máximo que he escrito han sido relatos?
Y he aquí el primer punto de la «resurrección»: se supone que parto de una idea que hace tiempo escribí como una historia, pero en realidad parto de una imagen. O varias. Quiero construir alrededor de lo que me sugieren estas imágenes en mi cabeza, en mi momento actual.
El segundo punto: no quiero empezar a escribir todavía. Lo que he comprobado este fin de semana de lectura es que tengo muchas lecturas pendientes antes de sentarme a escribir siquiera. Y hasta que no lea todo eso no quiero planificar nada.
Así que no tengo nada, en realidad, solo la sensación de que ha llegado el momento de sentarme, leer y empezar a construir las capas sobre las que cimentaré estas ideas que me rondan. El formato final, la estructura y qué sale de todo esto será una sorpresa para todos, para mí la primera, pero ya os iré informando por mi Plan de cuidados literario, como siempre.