«(…) a vegades el lloc en el qual es refugien els escriptors acaba tenint una influència important en la seua obra.»
La meva cambra més estimada – Luis del Romero Sánchez-Cutillas (traducción propia)
«(…) a veces el lugar en el que se refugian los escritores acaba teniendo una influencia importante en su obra.»
Dentro de poco hará un año desde que hicimos la mudanza. Un año en el que hemos aumentado nuestra calidad de vida, ganando en calma y tranquilidad. Estos meses, además, he ido construyendo poco a poco mi rincón propio, mi biblioteca particular. Ese lugar refugio en el que no solo atesoro mis libros, también los disfruto (lo mejor que pude hacer, un rincón de lectura con su sillón y su lámpara) y donde escribo. Aquí instalé mi mesa, con mi portátil y demás parafernalia de escritura, tinteros incluidos. Aquí es donde creo, donde me inspiro, donde me siento feliz rodeada de mis letras.
Y donde estuve estudiando el tramo final de la oposición, no se me olvida tampoco.
Hace poco estuve leyendo un libro sobre la biblioteca de Carmelina Sánchez-Cutillas. En este libro no sólo se hacía un repaso por su vida, su amor por los libros y cómo poco a poco fue construyendo su biblioteca personal son el centro del texto. Leyendo sobre ella, sobre qué iba buscando y qué no cuando iba a las librerías, sus intereses y demás me hizo ver de otra manera este espacio que he ido construyendo aquí y que siento en parte provisional, con esas bolsas llenas de carpetas de diplomas de méritos esperando su momento.
Me reconcilió mucho con el contenido de esas estanterías y lo que dice de mí. Esos libros que atesoro y que tanto significan para mí, todos juntos, me envían un mensaje de sentido comprendido, de historia personal escrita con palabras ajenas. También me sirvió para entender el por qué de muchos de los pendientes que tengo, no solo los escogidos como lecturas para documentarme para algunos proyectos, también los libros que me han llamado de una forma u otra. La relación existente entre esos libros aún no leídos y los leídos, entre los que sé que acabaré escribiendo y los ya escrito. Todos dialogan entre todos.
Además, ya no es solo que este espacio se construya con lecturas con las que aspiro a escribir, es que hay libros aquí que leí hace tiempo y sé que me influyen hoy, quién sabe si más en un futuro. El propio espacio físico, también, con la luz que recibe del día o los sonidos ambientales. Todo influye. Todo forma parte de la atmósfera que una escritora cultiva a su alrededor cuando escribe. Y yo, en este rincón, con mis velas aromáticas, el té recién hecho, la tranquilidad de fondo y mis libros soy feliz, ya sea leyendo o escribiendo.
En qué buena hora pude construir este rincón, esta biblioteca propia, la verdad.