El cuaderno es mi campo de experimentación de borradores, de ideas. Todo tiene cabida y en las sesiones de escritura diaria puede surgir cualquier cosa.
El crecimiento de un nuevo libro
Vuelve a ocurrirme lo mismo que durante la pandemia con Catenarias. Vuelvo a sentir que solo tenía cuatro tonterías, cuatro ideas sueltas ahí danzando en el fondo de un cuaderno o de otro. Pienso, entonces, en agrupar lo que tengo por si pudiera ir trabajando ya en ese Proyecto Paralelo que últimamente me hace darle más vueltas que al proyecto CV. Y es cuando me encuentro que realmente esto se escribe solo y tengo más material del que imagino.
Es cuando el tiempo me demuestra que esas sesiones de escritura diaria sirven para algo y que, realmente, escribo más de lo que parece a simple vista. Entre todo lo que contiene de reflexiones y pensamientos, citas de libros y otras cosas que anoto, está Proyecto Paralelo, creciendo poco a poco. Scrivener me lo demuestra cuando, ordenadito y con sentido, todo va cobrando forma de libro. Libro que, por supuesto, aún tiene que madurar y crecer del todo, pero que va convirtiéndose a su ritmo en realidad. Libro que ni me esperaba que fuese a salir con tanta facilidad.
Las dudas con dos proyectos literarios a la vez
No sé qué se hace en estos casos en que te documentas y vas anotando ideas de un libro que se cuece lento mientras, por otro lado, hay otro libro que sale de las entrañas con tanta facilidad. Sé que no suelo funcionar con varias cosas a la vez, que tiendo a atascarme y/o dedicar atención a una sola cosa y dejar la otra abandonada.
Pero esta vez… Esta vez siento que es muy diferente. Al tener estos dos libros dos procesos de crecimiento tan dispares (y ser temáticas tan diversas, no tienen que ver uno con otro) siento que, de momento, puedo ir como hasta ahora. Tratando de documentarme para CV sigo leyendo algunas cosas, aprendiendo, anotando y cuestionándome en todo momento cómo quiero ir escribiendo esto. Pero a la vez, casi a modo de desahogo, de cuando en cuando aparece Proyecto Paralelo a hacerse su hueco. Y la escritura de ese día son impresiones sueltas y un fragmento nuevo.
Poder poner orden a todo lo que tenía, abrir el documento de Scrivener y sentir que tiene sentido todo eso que ha ido saliendo de forma espontánea, es de esas sensaciones que me devuelven la felicidad con la escritura. Ayudan a reconciliarme un poco con la Impostora, que últimamente se pasea demasiado por mi escritorio.
Escribir, a veces, no es fácil. Y tener este aliciente de algo sencillo, algo que surge con más facilidad que otros textos para mí es motivo de celebración y de felicidad. Me devuelve la confianza en mí misma y en lo que creo, para qué negarlo. Es por eso por lo que pienso disfrutarlo al máximo mientras escribo.