A lo más que me puedo aferrar cuando veo que lo que intento hacer no llega a buen puerto es a lo que tengo y a lo que hago. Tocará tomar el camino largo y arduo.
Y es lo que evoco en las tardes de domingo de escritura. Cuando toca recapitular lo hecho durante la semana, analizar lo escrito (sí, he vuelto a las estadísticas por tal de tener algo más de control de lo que hago), comprobar si realmente voy hacia algún lado o ando dando tumbos de página en página. Es cuando la realidad golpea con más fuerza y me hace sentirme responsable de lo que intento y no consigo sacar. Es cuando el tiempo apremia tras el teclado, buscando algo que transcribir y que sea medianamente potable. Ese famoso diez por ciento que alguna que otra vez ha nombrado Isaac Belmar en su blog.
Cuando me choco de frente con la realidad de que el diez por ciento de casi nada se escurre entre los dedos y apenas algo se salva es cuando siento que me aplasta la mayor de las impostoras posibles.
Por supuesto que tengo excusas, como todo el mundo. Y algunas son muy reales. Pero lo bueno que tiene este momento de recapitulación semanal, de poner orden a mis papeles, es que también me permite ver el punto exacto desde el cual siento que estoy escribiendo menos. Puedo ver el patrón y ver de dónde viene todo. El discurso mental que he ido siguiendo en los siguientes días y cómo llego al punto actual.
Hay cosas que no me han salido como quería. Cosas que me apetece mucho hacer y que sé que no son ahora mismo viables. Pequeñas cositas que han ido sumando y me han pillado en un momento en el que me cuestiono continuamente sobre mi escritura.
Sé que vivo en un momento de transición y cambio. Voy fluctuando con los días y así es como voy creando. Volver a esto de las estadísticas me está permitiendo tomar conciencia de lo que realmente hago y me está ayudando a ser más realista. Me facilita, también, planificar mi escritura y volver a esa que siempre he sido, creativa hasta la médula y culo inquieto.
El camino más arduo, cuando lo demás se tuerce, es estudiar qué ha fallado y volver a intentarlo. Una y otra vez. Ensayo y error. Porque confío en lo que escribo, por más que la Impostora esté intentando sabotearme por el camino.
PD: Acumulo ya 485 días seguidos de escritura. Poca broma con la constancia.