Hace un año por estas fechas estaba disfrutando de Italia. Hoy, en Valencia, tras una semana demasiado ocupada como para escribir nada, he vuelto a retomar la corrección de Lettere y a plantearme lo de siempre por estas fechas ya otoñales: NaNo sí o no.
Lettere un año después
Si por aquel septiembre de 2016 había visitado ya Verona y Venecia y me estaba dedicando a conocer Padua, este septiembre me lo paso pensando en ese viaje.
El hecho de haberle puesto a ese puñado de ideas y letras que ahora corrijo nombre allí también me hace recordar con más cariño si cabe esos días en Italia. En parte es por lo que ha supuesto para mí desde el primer momento Lettere: tras mi poemario anterior, Páginas de Metáforas (el mismo que sigo en proceso de mover, a ver si hay suerte y os puedo dar buenas noticias algún día de estos), pensé, cuando le puse el punto final al borrador que lo había dado todo y lo había hecho con tantas ganas que no sería capaz de hacer algo igual. Sensación que, por cierto, me acompañó durante su corrección y a la que he bautizado como el «síndrome del proyecto finalizado».
Apunte rápido: este «síndrome» creo que lo hemos sufrido todos los que escribimos o hacemos proyectos creativos en general, pero os lo defino un poco para los que no hacéis nada de eso: es la mezcla perfecta que aparece justo cuando acabas un proyecto y está compuesta de vértigo por haberlo finalizado, plenitud inmensa, alivio, sensación de haberlo dado todo, «mono» de volver al proyecto o enfrascarse en otro similar y un toque de inseguridad ante futuros proyectos, entre otras cosas.
Lo dicho, que tras mi poemario anterior este «síndrome» estuvo conmigo una temporada. Pero sin pararme a pensar demasiado seguí escribiendo sin pretensiones, lo que surgiese. Poco a poco fueron conectando las ideas, fue surgiendo el hilo conductor. Lo de ponerle nombre en Italia, entre Verona y Padua, solo ha sido una casualidad preciosa y una forma de enriquecer el proceso activo de escritura.
Hoy, un año después, me dedico a darle vuelta a esos versos para sacar lo mejor de ellos. El «síndrome del proyecto finalizado» sigue presente desde que en mayo le pusiese punto y final al borrador, pero parece que poco a poco lo voy superando. Al menos, tras la revisión de cuadernos que hice alguna idea se va asentando y pidiendo turno para ser escrita.
NaNoWriMo 2017 sí o no
Soy completamente cíclica, creo que lo he dicho alguna otra vez. Es llegar el otoño y no falla: me empiezo a plantear, un año más, si esta vez me apunto al reto del NaNoWriMo o no.
Sinceramente, no debería ni planteármelo este 2017. Tengo todavía muchos frentes abiertos que atender en mi día a día. Tampoco he planificado nada en condiciones, por mínimo que sea. Además, debería ponerme en serio ya con las oposiciones de una vez por todas, que el temario me mira cada día más amenazante que el anterior mientras se acumula sin parar.
Pero miro el calendario y veo lo bien que caerá para mí el kick-off y me tienta. Me apetece demasiado el reto y me apetece dejarme llevar aunque lo deje a los dos días porque no pueda seguir con tantas cosas a la vez. Y, lo peor, es que tengo una idea rondando por ahí, que hace que todo sea más tentador, si cabe.
No sé qué hacer, si lo que debería o lo que me gustaría. Lo único que sé seguro es que continuaré, hasta entonces, con la corrección de Lettere y, si al final me decido con lo que sea, lo sabréis por aquí.