Bienvenidos a esta nueva entrega de la serie Preguntas de escritores. Esta vez me muevo entre lo físico y lo metafórico ya que toca hablar de una figura bastante presente en todo escritor que se precie: el cajón del escritor, un cajón sin fondo.
Preguntas de escritores: un cajón sin fondo
Hay varios dichos sobre cajones muy comunes en la jerga de los escritores: «esto va a acabar en el fondo de un cajón y no va a ver la luz del sol jamás», «esto reposa en el cajón para corregirlo más tarde», «esto va al cajón y cuando pueda lo escribo», «esto mejor que no salga del cajón», «voy a buscar en el cajón a ver qué encuentro» y todas las variantes que se os ocurran al respecto.
Definir este cajón no es hablar del espacio físico en sí, es hablar de algo más. Implica dejar aparte, lejos de la vista y de lo que se está trabajando, pero también fuera de los pensamientos. Viene acompañado del reposo, obligado u obligatorio. Y gracias a esos ingredientes de separación y toma de distancia puede ser muy interesante a la hora de corregir proyectos o de verlos con la perspectiva del tiempo y las mejoras producidas con la rutina de escritura. Así se puede pulir mucho mejor un texto.
Pero también es un elemento de despedida y cierre. Puede que guarde comienzos, finales, partes que nunca llevaron a ningún sitio o cosas terminadas que no serán jamás vistas. Tiene ese sabor de almacén de intentos. No todo lo que se escribe tiene por qué ser bueno, aunque sí sea necesario. Con el tiempo, viendo estas cosas del fondo del cajón, suelo alegrarme de haberlo dejado ahí para siempre ciertas cosas y ver lo que he aprendido en el proceso. Como digo, no todo es malo.
Un cajón para gobernarlos a todos
Como espacio metafórico creo que esto del cajón se merece su propia reflexión y entrada al respecto, de ahí que esté escribiendo sobre ello. Cuántas buenas ideas reposan ahí esperando su momento. Cómo un bloqueo puede mandar a lo más hondo algo en lo que estabas trabajando hasta ahora y dejarlo ahí, sin posibilidades de salir en una larga temporada. Cómo a veces hay proyectos que desplazan a otros al cajón y viceversa.
Es algo orgánico, flexible. ¿Es bueno que sea así? Por supuesto que sí, sin esa capacidad de adaptarse a las necesidades del escritor en todo momento perdería toda su utilidad y pasaría a ser algo de lo que ni siquiera se hablaría en esta entrada. Es necesario para la mente tener organizado todo de forma que se pase de una tarea a otra, de un texto a otro, sin demasiado esfuerzo. Y que el hecho de dejar uno de esos proyectos abandonado a su suerte sea el siguiente paso a seguir mejorando, emprender nuevos caminos o experimentar con otros. Lo contrario sería el encasillamiento.
Un cajón infinito, sin fondo. Eso es lo que es la mente. Eso es lo que son los diversos proyectos entrando y saliendo continuamente, listos para ser trabajados.
Los cajones olvidados y los que se revisan
¿Se debe destinar un cajón en exclusiva para este tipo de cosas? Sí y no. Puede que el espacio en casa te dé para hacerlo mejor en estanterías. O en cajas bajo la cama. En cualquier caso no te deshagas de lo antiguo, siempre se puede aprender con las revisiones o rescatar ideas para reciclarlas en nuevos proyectos o trabajos.
Los cajones olvidados, llenos de los antiguos proyectos que no llevaron a ninguna parte son los que te han hecho ser el escritor que eres ahora. Y los cajones revisados, esos que abres y cierras más a menudo, son los que definen el tipo de escritor que eres, qué escribes. Aliéntalos, aliméntalos siempre con buenas letras y los mejores estímulos. Abre y cierra, que entre el aire y el polvo, que salgan ideas, se mezclen, se fusionen, vuelvan de nuevo al fondo con otras nuevas y reposen.
La mente de un escritor es un cajón sin fondo con todo lo que siempre ha querido escribir, lo que quiere, lo que ha escrito y lo que escribirá. ¿Qué hay en el tuyo?