Supongo que esta sería una entrada magnífica para haberla subido antes del inicio del NaNoWriMo. Pero claro, como en esta casa se escribe a diario, para mí lo único que ha variado con respecto a noviembre es conseguir una determinada meta de palabras, nada más.
Así que hoy vengo a hablar de lo que me funciona para construir rutina de escritura. Quizás dentro de poco nada de esto me sirva porque con un bebé nunca se sabe, pero a día de hoy estos son mis trucos para escribir a diario y conseguir, como he conseguido, llegar a la meta de palabras del NaNoWriMo.
Manejo de la energía para encontrar mis horarios de escritura
Ya he comentado en otras ocasiones mis horarios predilectos de escritura: fundamentalmente soy nocturna, pero también funciono genial en esas primeras horas del día en que la jornada aún no ha arrancado del todo. Pero para encontrar esos horarios han tenido que pasar muchas sesiones de escritura en las que no he avanzado o me ha costado mucho para ir descubriendo poco a poco cuándo fluyo mejor y cuándo no.
Conocerme en este aspecto es clave e intento encajar esas sesiones de escritura en esas horas en las que sé que voy a avanzar más. Y está más que comprobado que soy más productiva en ellas: escribo más rápido, las ideas vienen a mí con más facilidad y puedo llegar a hacer en una hora unas dos mil palabras sin mucho problema.
De todas formas hay veces que esto no es posible hacerlo y el único rato que consigo sacar ese día no es el que más me conviene para escribir o me pilla demasiado cansada. No importa. Parte del manejo de la energía para escribir también es aprovechar ese rato que, por lo que sea, será el único en el que podré hacer algo. Mentalizarme de que, a pesar de que no sea el momento ideal, es el momento perfecto porque será el rato en el que podré crear algo ese día es cambiar bastante el chip y me libra mucho de la idea de «si no es el momento, no escribo hasta que lo sea». Me quita ese lastre de encima y lo cambio por el más liberador «por poco que salga, ya habrá merecido la pena».
¿Lo mejor? Al final siempre merece la pena.
Multiplataforma para crear
Qué bonito sería poder crear siempre en las condiciones ideales. Pero hay veces que esto no es posible, así que en lugar de empecinarme en hacer las cosas de una sola manera intento ser lo más versátil que puedo dentro de mis circunstancias.
¿Lo habitual? Mi cuaderno y mis plumas. Si puedo, cojo el portátil y escribo con él (mayormente en Scrivener). Si el día se complica, cualquier pedazo de papel y bolígrafo me sirve para apuntar lo que sea de forma rápida y así no perder el hilo de lo que se me haya ocurrido. Y no sería la última vez que corro a las notas del móvil para apuntar a toda velocidad el poema que se me esté ocurriendo o alguna idea que luego quiera trabajar.
No limitarme y utilizar todos los medios a mi alcance para escribir, que no todos los días son iguales y a veces esa es la única forma de escribir ese día. Lo que me importa a mí es sacar esa explosión creativa como sea, ya habrá momento más adelante de ordenar notas y pasar todo a limpio.
De hecho, utilizo muchísimo el NaNoWriMo para recopilar todo lo escrito a lo largo del año y trabajarlo a lo largo de las sesiones de ese mes. Me parece una oportunidad (y una excusa) excelente para hacer algo que, en condiciones normales y teniendo en cuenta lo que se me va acumulando a lo largo del tiempo, me da más pereza hacer.
Si se puede, rodear la escritura de un ritual
En los días más perfectos, en los que puedo elegir el horario de escritura y todo, intento dotar al momento escritura de un ritual para hacerlo más especial. Si te haces algo más agradable siempre te va a apetecer más hacerlo, así que intento disfrutarlo más intensamente cuando puedo: una bebida calentita (colacao desde que estoy embarazada, antes té o café), encender la vela que tenga en mi despacho, elegir la música que quiero tener de fondo (las playlist de música lo-fi suelen funcionar genial)… O un buen desayuno, el cuaderno y la pluma que ese día me apetezca utilizar me valen (lo que suelo hacer en los días de turnos de 12 horas). Con el embarazo me ha ido genial además un almohadón extra para apoyar mejor la espalda en la cama, la mantita si hace fresco y una mesa plegable para estar más cómoda con el portátil.
Hacer de esto el rato más agradable posible hace que pueda entrar en modo foco mucho más rápido y que la sesión de mucho más de sí y no me disperse. Pero, como todo: hay veces que no es posible. Ahí el ritual se convierte en un cronómetro y mi meta se transforma en sacar todo lo posible en el escaso tiempo del que disponga. Hay veces que es una forma también genial de desatascarse: no hay tiempo para perderlo, esto es lo que hay y toca aprovecharlo.
Preparación previa de las sesiones de escritura
Digamos que esta es la última de las variables que me interesan en cuanto a construir una rutina de escritura se refiere, pero es bastante útil.
La preparación previa va desde planificar el día y elegir el hueco de tiempo para escribir como el hecho de pensar si fracciono o no las sesiones de escritura. Esto último a veces puede ser muy útil, especialmente si persigo alguna meta que sé que me va a costar más (un número elevado de palabras a escribir, por ejemplo). No es lo mismo escribir del tirón dos artículos para el blog y un capítulo a repartirlo en pequeñas sesiones más asequibles, por ejemplo.
También, especialmente desde este NaNo y de un tiempo para atrás, intento más o menos planificar previamente qué voy a escribir al día siguiente. Que no significa necesariamente que siga ese planning al pie de la letra ni que al día siguiente, si me apetece escribir otra cosa o se me ocurre algo mejor, no cambie de opinión. Pero tener esa opción, tener ahí una idea en la recámara sobre la que escribir sí o sí hace que esquive con más facilidad la página en blanco. Y así siempre es más fácil seguir escribiendo un día tras otro, encadenar la rutina.
Otras cuestiones también importantes para escribir
Por supuesto, no va todo de escribir. Vivir, que no se nos olvide vivir. Salir a la calle y caminar con los ojos bien abiertos. Leer, leer todo lo posible. Empaparme de otras vivencias para que, llegado el momento de la escritura, las palabras fluyan con más facilidad.
Al final es como todo: sin combustible no hay movimiento.
Y estos son mis trucos para construir mi rutina de escritura. Rutina que, por supuesto, de aquí a nada saltará por los aires. Supongo que entonces me tocará tirar muchísimo de improvisación y de notas rápidas, ya os iré contando.