Tras un mes de escritura intensiva como fue el pasado noviembre tocaba ponerme al día con ese manuscrito. Algo que he ido aplazando a lo largo de estos meses, pero ya iba tocando si quiero ponerme en serio con Proyecto CV.
El modo corrección
Sé que últimamente tengo activado el modo corrección. Ya lo activé para darle una nueva vuelta al manuscrito de Silencio no hace tanto tiempo. Pero esta vez ya iba tocando volver a algo que hacía meses que no tocaba como era lo que escribí durante el mes del NaNoWriMo.
El último noviembre de escritura intensiva lo dediqué a bastante escritura que se podría denominar «de fondo de armario». Esto es, escribir cosas que necesitaba desarrollar para más adelante, como todas las entradas del blog durante el mes, las que publiqué luego en diciembre (las preparé por si acaso se adelantaba el parto, y me alegro muchísimo de haberlas escrito) o textos de la newsletter. Todo ese tipo de «literatura de consumo online» que creo para vosotros, algo que me encanta hacer.
Pero también hubo más escritura «de fondo de armario». En concreto, de poner orden a mis textos y de organizar lo que tenía de bibliografía y leído hasta ese momento para documentar Proyecto CV. Porque como tengo comprobado desde hace años, noviembre para mí es un mes de poner orden a mi escritura y trabajar en profundidad textos.
Escritura de fondo: las bases de mi próximo proyecto literario
Si hay algo que hago todos los años cuando llega noviembre es revisar cuadernos para extraer de ahí lo importante. Escribo muchísimo a lo largo de los meses, escribo a diario, y de entre todo lo que escribo en papel (unos cuatro cuadernos más o menos al año) siempre hay cosas que sirven para lo que esté escribiendo, cosas que no y cosas que me dejo señaladas para futuros proyectos. Por eso suelo empezar el NaNoWriMo revisando cuadernos, de noviembre a noviembre, para extraer todo el material en bruto que tenga y empezar a trabajar a partir de ahí.
Este año pasado, además de eso, dediqué tiempo a purgar lo escrito en otros NaNos y enlazarlo con mi proyecto actual. También a leer y leer artículos sin parar para extraer el máximo posible y seguir engordando mi carpeta de documentación. Añadí listas de lectura pendiente, planifiqué cada día para poder extraer el máximo provecho e hice de ese noviembre uno de mis mejores NaNoWriMos. También escribí otras pequeñas cositas que no tenían nada que ver con esto pero me permitían sentirme creativa.
Fue absolutamente liberador y lo disfruté muchísimo.
Las revisiones y correcciones en sí
Con todo lo que tenía en bruto, uno de esos días de principios de diciembre que me tocaba ir a clases de preparación del parto aproveché e imprimí en una copistería todo lo que tenía. Llegaba la hora de enfrentarse a lo escrito.
Lo que hice en esos días de diciembre fue subrayar lo que más me interesaba y llenar de comentarios los márgenes. Utilicé un código de colores que creé sobre la marcha para guiarme a qué partes pertenecía cada párrafo o frase que subrayaba (por ejemplo: estructura, investigación…) y con todo esto hice una primera lectura de aproximación.
Las impresiones fueron bastante buenas. Prometía lo que tenía entre manos, y eso que aún me faltaban cosas por añadir.
Luego vino la maternidad, arrollando cual torbellino. Las prioridades literarias he tardado en ajustarlas y, al final, trabajo mucho más lenta que antes. Así que hasta ahora, en abril, no he podido ponerme en serio con esta corrección en la que estoy quitando todo lo que me sobra, quedándome con lo que me interesa y utilizando todo para construir los cimientos de Proyecto CV. Me queda bastante todavía, me imagino que a lo largo de unos cuantos días entre mimos podré ir avanzando poco a poco, pero quiero quitarme ya esta tarea para poder seguir avanzando.
Ya sabéis, la escritura no es tan sencilla como parece. Y yo, como siempre, os comparto por aquí cómo voy creando mi literatura.