Cuando aprieta el calor lo que más pega es contenido «refrescante», menos serio del habitual. Además, me esperan unas semanas de mucho que hacer en mi día a día, por lo que no esperéis grandes asuntos elevados por aquí. Dicho lo cual, inauguro julio con un tema más ligero que los de costumbre, una de las cosas que más me gustan: cuadernos.
Sobre cuadernos y organización
Hablar de este tipo de soportes es hablar de algo que me lleva gustando toda la vida y que desde mi primer cuaderno literario de verdad (uno pequeñito, de bolsillo, con bolígrafo incorporado) hasta ahora he aprovechado para coleccionarlos y rellenar uno tras otro.
Por supuesto, desde ese primer cuaderno en 2009 hasta hoy han pasado los años, he escrito bastante y he cambiado mucho en mi forma de escribir. Es por eso que esto no va a ser un mero post de fotos con los que tengo, voy a hablar también de cómo me organizo con ellos. Una forma de ver también cómo funciono.
El cuaderno principal: el literario
Esta es la piedra angular de todo mi sistema, el cuaderno que siempre llevo encima. En él puedo encontrar de todo, pues ya que lo tengo siempre conmigo es de lo primero que tiro cuando tengo una idea o necesito ordenar la mente (ya dije alguna vez que pienso en papel). Fragmentos de proyectos, esquemas para futuros guiones, frases, poemas, reflexiones, improvisaciones… Todo puede contenerse aquí. Incluso esas sesiones de escritura diaria que hago, en muchas ocasiones, las plasmo aquí.
Al ser algo que llevo conmigo allá donde vaya, algo que lo mismo está en la mochila del trabajo como en el bolso con el que salga necesito que sea cómodo para mí. A lo largo del tiempo he probado muchos tipos de cuaderno y, tras rellenar y pasear unos cuantos, tengo claras mis preferencias:
- Que no tenga anillas. Les he acabado cogiendo tirria después de unos cuantos de ellos terminados. Prefiero que se me abran del todo en una mesa, sin anillas por medio que me molesten, me siento más cómoda así. Además, menos probabilidades de que se me enganchen con el resto de cosas que llevo en mi bolso o mochila siempre.
- Páginas lisas o rayadas. Si la página es lisa, me gana por completo. Como mucho, tolero que tenga rayas. Pero nada de cuadrados, no me gustan y me recuerdan demasiado a las libretas del colegio e instituto.
- Una goma elástica para cerrarlo. No es imprescindible, pero si la tiene el cuaderno gana puntos. Que luego acabo metiendo mil papeles dentro y prefiero que no se pierda nada.
Actualmente estoy aprovechando uno que me hice con varias libretas viejas que tenía por casa, reciclando las hojas. No es el más bonito del mundo, pero es gordo como él solo, con casi doscientas páginas. No creo que me dure mucho, le estoy dando bastante caña, así que el próximo lo tengo claro, uno de Tiger que tengo por casa desde hace una temporada y que me pone ojos golositos.
El Traveler’s notebook: organización literaria
Como dije al principio de esto, no iba a hablar solo de cuadernos como tal, también quería comentar algo sobre organización. En este caso vengo a enseñar algo que llevo usando desde principios de año y que me está sirviendo de mucho: mi traveler’s notebook.
El concepto original de traveler’s notebook es de la marca japonesa midori y consiste, básicamente, en una cubierta de piel atada con un elástico cuyo interior contiene varios cuadernillos enganchados a otros elásticos. De este modo se puede cambiar los cuadernillos sin problema, guardar dentro cuantos se quieran y configurarlo a tu gusto o necesidades.
Dicho así puede sonar lioso, pero para resumir: dentro de una misma estructura puedes llevar varios cuadernos a la vez. Hay quien lo usa como agenda y otros de forma más creativa, internet está llena de ejemplos en ambos casos. En mi caso hago un uso mixto de ambos tipos.
De izquierda a derecha:
- El marrón era el que venía con mi traveler’s notebook (de la marca Webster’s Pages, por cierto). En él organizo por meses mi actividad literaria, tanto con notas de mis proyectos (posibles capítulos que quiero escribir, por ejemplo) como un contador de palabras, ideas en las que trabajar (tanto en mis entradas como en futuros textos) o llevo, de paso, un registro de los libros leídos, entre otras cosas.
- El segundo cuaderno lo hice yo y contiene parte del borrador de Lettere. Estos meses atrás llevándolo dentro del traveler’s notebook han sido muy especiales. Sacarlo de su espacio entre elásticos para rellenarlo cada poco me ha hecho disfrutar de una manera diferente el proceso de escritura.
- El cuaderno de flores también lo hice yo y contiene una relación de mis proyectos, presentes y futuros, y algunas anotaciones importantes sobre cada uno. Es organizativo a más no poder.
- Los otros dos (el que aparece casi tapado y el de limones) los hice hace tiempo, pero todavía no los he estrenado. Tengo ya pensado para qué usaré cada uno.
Podría realmente llevar ambos conceptos juntos, es decir, el cuaderno literario como tal en el traveler’s notebook y así llevaría menos trasto encima. Pero no me convence porque escribo mucho, muchísimo, relleno páginas sin parar cuando estoy en racha, como últimamente. Siento que no me duraría nada. Lo que sí he hecho es guardar el cuaderno literario en sí dentro, pero como algo aparte que tengo ahí dentro.
Y sí, tengo separado todo esto de escribir del resto de anotaciones de la agenda, donde van temas como las oposiciones, el trabajo o lo que surja. Debo decir, que, después de seis meses de prueba me funciona este método, siento que soy productiva y, de paso, si necesito dedicarle espacio a algo en lo que esté ocupada escribiendo en ese momento, sé que será en un espacio propio, fácil de encontrar luego y sin que se pierda entre el resto de cosas del día a día.