Esta entrada sobre las faltas de respeto hacia los profesionales sanitarios llevaba un mes madurando en la recámara y ya iba siendo hora de ponerla por escrito.
El origen de este post viene de un momento muy concreto que ocurrió el pasado sábado de Fallas, 17 de marzo mientras trabajaba en hospitalización. Por motivos que no vienen a cuento relatar aquí teníamos a una familiar de un paciente reclamándonos de muy malos modos ciertas informaciones y quejándose. En cierto punto del intento de explicación por nuestra parte y de la falta de entendimiento se dirigió hacia mí, que salía en ese momento del cuartito donde preparamos la medicación, gritándome en medio del control: «eh, tú, la del pañuelito» (por el pañuelo fallero que llevaba recogiéndome el pelo).
Al margen de la respuesta del momento (tanto la propia como la de las compañeras, pidiendo por favor que se dirija hacia mí con respeto) la anécdota se quedó ahí, latente. Y las ganas de escribir sobre ella también. Porque una empieza a hartarse de que cuando se dirijan a mí como enfermera para lo que sea lo hagan en términos en los que no lo harían ni de broma si se dirigieran a otros profesionales de cualquier otro ámbito. Sé que maleducados en momentos puntuales y gente que la educación no es un término que entre en su diccionario particular los hay en todas partes. Por eso necesito escribir esto, porque estoy un poco cansada de toparme esos maleducados en mi día a día.
Menos mal que, por suerte, hay muchísimos otros que nos tratan con respeto y educación. Menos mal.
Tengo que preguntarlo: ¿tan difícil es llamarnos enfermera? ¿Por qué si necesitan algo de mí tengo que aguantar que me llamen «niña», «eh, tú», «nena», «morena», «malagueña salerosa» (verídico, estaba frente al ordenador escribiendo un ingreso y se dirigieron a mí así, mi cara era un poema cuando levanté la vista) y un sinfín de apelativos por el estilo?
Ni siquiera exijo que se me trate de usted. Solo pido algo muy simple: respeto. Un «disculpa, enfermera» o «perdona» antes de contarme lo que te pasa o necesitas ya es un gran paso.
Obviamente no voy a defender a los profesionales que faltan el respeto a pacientes y/o familiares y deberían aplicarse lo mismo que comento por aquí. Al final todo es una cuestión de no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
Podría también explayarme sobre el tema de las agresiones pero es que me parece de lógica pura: no pagues tus frustraciones (las que sean) agrediendo al personal que te está atendiendo. Por mucho que creas que ellos tienen la culpa de todo, no vas a conseguir solucionar el o los problemas que sean a base de violencia.
En resumen, señores: respeto y educación. Nada complicado: un por favor, un gracias, saludar, despedirse y ese tipo de cosas que se suelen decir y hacer entre personas que consideran al interlocutor como un igual y no como un ser inferior que no merece ni un ápice de media palabra amable. Y si necesitas algo de tu enfermera, ya sabes, nada de un «eh, tú», de chistarnos por el pasillo o, en el peor de los casos, amenazarnos y/o agredirnos.
El día que nos hartemos y seamos como Fuenteovejuna más de un paciente/familiar y más de dos se quedarán flipados. Yo ya he tenido que pararle los pies a unos cuantos pacientes que encima se enfadan: «bueno hija, no te pongas así…». No, si te parece te voy a elogiar la conducta.
Somos enfermeras, y somos humanas. Que parece que eso no lo entienden. En fin, muy necesario este post, y cuanto más pidamos respeto y más ruido hagamos en ese aspecto, mejor.
¡Un placer leerte siempre!
Eso me hace gracia, que encima, cuando les paras los pies porque se están pasando «no te molestes». ¿Cómo que no, oiga? Para más de uno somos casi como criadas, lo más bajo del escalafón por cómo nos tratan.
Menos mal que hay muchos que no son así, por suerte. Pero tocaba soltarlo.
Un beso y nos seguimos leyendo.