Creo que me adelanto un poco y hago ya el resumen de lo que ha supuesto, supone y supondrá este NaNo al que le queda ya muy poquito para finalizar.
NaNoWriMo 2017: despedida y cierre
Este NaNo se me está yendo de las manos. Se escapa, se desvanece. Apenas quedan días para terminarlo y le digo adiós porque ya he escrito lo que tenía que escribir, las diez mil palabras más sinceras de todas y no sale ni una más. De mí para mí, porque a veces acumular en el cajón historias es lo más necesario. Por eso lo hago: abro el cajón, escojo papel, suelto todo lo que tenía que decir y lo vuelvo a guardar. Tal vez macere y coja alguna forma interesante. Quizás madure y se transforme en un fruto fragante e importante, la clase de resultado perfecto por el que suspirar desde el primer momento en que levantas la pluma. Pero quizá, lo más probable, es que su única función sea crear fondo, ser fondo, con todo lo que conlleva.
Este NaNo está marchándose ya por la puerta grande, cogiendo el abrigo y colocándoselo encima antes de decir adiós y cerrar sin pestillo. Ha dejado su poso porque nacer en el momento menos adecuado de todos, justo cuando te dices a ti misma que mejor que no, tiene su mérito. Ha recogido el proceso de años y años dedicándome a juntar letras, desde cuando era una mera aficionada que no se planteaba nada y lo hacía por simple diversión, al instante actual, en el que me estudio a mí misma y estudio posibles trayectos nuevos. Ha supuesto rescatar papeles, planificaciones, esquemas y un montón de borradores antiguos. Ha implicado la revisión de tantas notas que me he visto en cada momento de mi vida reflejado por ellas. Y todo ello desde la discreción de una idea simple, de un cuaderno negro de bolsillo, de una pluma en todas partes, de una historia que he vomitado como hacía tiempo que no me dedicaba a hacer en prosa para descubrirme a mí misma en el proceso.
Este NaNo no va a significar un fracaso. No puede ser eso, no se limita todo a «cincuenta mil palabra o muerte». Abogo por la sinceridad por bandera. Siempre he sido de escribir lo que me ha ido apeteciendo. Acompaño a mi cuaderno de siempre otro con una lista de proyectos posibles para escribir que, tras años ahí cogiendo polvo, los desentierro para ver si puedo hacer algo con ellos o los dejo dormir el sueño de los justos. De ahí he visto cómo este proyecto en concreto siempre ha sido la sombra de todos, el que todo lo domina, el que ha servido de matriz del resto. No diría que me ha empujado a la poesía, porque no sabría hasta qué punto es verdad tras tantos años y otros tantos proyectos por medio, pero sí el que me ha hecho llegar hasta donde estoy ahora.
Este NaNo ha sido el más preciso, el más claro. Ha sido un analgésico en mitad de un espasmo doloroso. Ha sido un suero fisiológico y un Trendelemburg en plena hipotensión. Monitorización no invasiva para comprobar constantes vitales. Medición de balances. Y ha sido, también, algo mucho más etéreo que las medidas más llamativas y visuales, esas con las que uno se identifica en seguida. Ha sido cuidado, mucho cuidado, del de calidad. El que se aprecia y sirve para ser más independiente, más autónomo. El que sacia las catorce necesidades una a una, sin dejarse ni un ápice atrás.
Este NaNo ha supuesto para mí un punto y aparte. He sido completamente consciente de ello tras acabar de soltar todo lo que tenía que decir. Tras acabar lo más importante, lo básico, lo que me ha estado pesando y necesitaba contar durante años. Justo ahora que lo tengo en papel (no diré que negro sobre blanco porque la tinta que usé fue de color verde), que lo estudio, que lo releo para saber dónde seguir porque me atacan las dudas me doy cuenta que en este forma lo escrito no va a ver la luz nunca porque no es necesario que lo haga. Porque necesita seguir ahí, en el fondo del cajón, no ya como algo incompleto que jamás había sido capaz de contar, si no como algo que siempre ha estado dentro, intrínseco, y que por fin he logrado materializar en palabras.
Este NaNo no es de victorias de palabras, ni de novelas completas. Es de la comodidad, de hilar palabras incluso en pequeños ratos sueltos, de encontrarme y abrazar mi esencia. Es de la importancia de la base, de la creación como forma de asentarme frente al papel y reafirmarme. Es y será el NaNo en el que he podido, al fin, retratar a mano, como forma de verter mis pensamientos sin dejarme ni uno, lo que soy y lo que contengo de cara a poder pasar página y estrenar una nueva hoja en blanco con otras tintas y otros temas. Ya solo por eso es el NaNo más valioso de todos los hechos hasta la fecha.
«Monitorización no invasiva para comprobar constantes vitales.»
Te ha quedado brillantemente poética la dichosa frase. Me encanta.
¡Feliz NaNo, un beso enorme! ^_^
Creo que acumulo demasiadas horas de hospital en el cuerpo y han salido por ahí, con una comparación de algo que se hace a diario y muy a menudo. Eso sí, no voy a negar que me gusta mucho el efecto que le da al párrafo.
Un abrazo y feliz final del NaNo. Espero que consigas llegar a la meta al fin.