¿Cuántas veces he empezado a escribir la misma entrada? He perdido la cuenta.
Cada vez que encuentro un hilo del que tirar y lo sigo mis pasos me llevan hacia delante, sí, pero acabo invariablemente frente al cuaderno dejándome lleva al máximo. Tanto que suma, va sumando y acabo teniendo algo delante de mí que está cogiendo fuerzas y creciendo.
Y ahí, justo ahí, es cuando me detengo. Vuelvo sobre mis pasos, reviso el comienzo del párrafo, me remonto al inicio del texto que haya tecleado y empiezo a borrar. Una vez más.
Pero lo que permanece, lo que queda, sigue en el cuaderno. Latiendo. Si poco a poco va tomando dimensión y cuerpo, acaba al final con un nombre provisional.
Y van ya tres nombres provisionales de tres semillas en el tintero. Cuatro, si cuento mis planes para un futuro NaNo que no puede ser el de este año por estudios. Cinco, si este noviembre consigo rescatar algunas notas que merezcan la pena de otro futuro proyecto, a largo plazo.
Desconocida. Perdida. Sin saber por dónde enfrentarme a lo que bulle en mi cabeza. Se acerca noviembre y el cuerpo lo nota. Es un año completo de ir acumulando notas, una tras otra. Dos cuadernos completos y un tercero casi a punto de terminar esperan su momento de revisión controlada, de rescate de ideas y de trabajo. Las lecturas acumuladas en los últimos meses, desde que acabé de escribir Catenarias, también esperan su momento de análisis concienzudo sobre el material a extraer.
Y mientras, en mi mente, todo crece y trato de contenerlo, simultáneamente, sin demasiado éxito. Porque sé de sobra que si no me centro en algo, en lo que sea, el caos me va a arrastrar y al final no voy a escribir nada de lo que quiero.
Pero también sé que me he acostumbrado al ritual anual de esperarme a noviembre para hacer el grueso del trabajo de escritura, la parte más dura, mientras el resto del año lo dedico al trabajo diario, lento, de ir pensando, planificando, estudiando posibilidades y terminando, también, lo que en noviembre vaya a crear o haya creado. Y en ese punto me noto, exactamente, ahora mismo: en el de octubre de preparación.
Así que me resigno. Que el cuaderno contenga todo lo que vaya saliendo, todo lo que se vaya ocurriendo. Que las ideas fluyan, sin filtros. Todas están más o menos en el mismo punto inicial de estudio, así que tampoco es que vaya a a poder avanzar mucho más. Que las notas crezcan, vayan surgiendo, sin parar. Y ya, el uno de noviembre, empezaré a poner algo de orden en este caos, a priorizar y a ver líneas de trabajo posibles.
Para eso está octubre. Y para eso vendrá noviembre con el NaNo.
Así estoy un poco yo también, preparando el NaNo con ansia, con ganas, con ideas. Todo va fluyendo y acumulándose. Qué ganas de que llegue noviembre…
Necesitamos ya el 1 de noviembre, lo notamos, lo notan las letras. Qué ganas de escribir este año, madre mía.
Nos leemos.