Lo mejor que he podido hacer esta semana, temas de enfermería aparte, ha sido ver el taller online en directo sobre incorporar hábitos que Cris, de Crenpet, hizo el pasado 9 de octubre. Y es que el hábito de la escritura en este 2020 se ha resentido demasiado. Como tantas otras cosas con la pandemia.
Sobre el hábito de escribir a diario: antecedentes
Hace ya unos años, a finales de 2012, decidí comenzar algo a lo que llamé Reto 250 y de lo que he hablado alguna vez por aquí, especialmente en revisiones de propósitos de año nuevo. Este Reto 250 consistía en algo muy sencillo: escribir a diario unas 250 palabras. Una cantidad sencilla, apenas dos páginas de cuaderno, algo muy asequible que se puede hacer en media hora.
Decidida a intentarlo con todas mis ganas, me puse a ello en serio desde el mismísimo 1 de enero. Conseguí encadenar ese año entero, todo ese 2013, completo, con varios documentos de Word eternos, uno cada dos meses, con todas y cada unas de las entradas (textos, reflexiones, fragmentos de relatos, ideas para posts, poemas… de todo). Más de ciento setenta mil palabras en total. Una locura y una barbaridad.
Por supuesto, ahí hay días flojos, de apenas unas líneas, y días en los que escribía páginas enteras, como durante noviembre con el NaNo. Porque no consistía más que en escribir, sin límites, un poco cada día como mínimo. No me exigía nada más y creo que esa fue la clave de que funcionase, porque así se adaptaba a lo que estuviera creando en ese momento. Todo contaba porque para mí todo es importante en su parcela, incluso las entradas que aquí subo, la única diferencia es la función que cumple cada una de las cosas que escribo.
Sobre el hábito de escribir a diario: evolución
Mi vida de 2013 no se parece en nada a la actual, en 2020: antes vivía en Málaga con mis padres, estudiaba el EIR, estaba parada y escribir podía ocupar bastante tiempo en mi día a día; ahora vivo en Valencia con mi marido, estudio el EIR (lo único que no ha cambiado) y para la próxima OPE, trabajo como enfermera y escribir termina siendo el punto anecdótico del día.
Y esto último me da rabia, mucha rabia. Porque sé perfectamente que puedo encadenar día tras día de escritura, que no es solo una aspiración, es algo tangible de verdad porque he podido hacerlo antes. Porque aunque luego he tenido años, los siguientes hasta 2019, con días en blanco, más o menos he seguido manteniendo una rutina, he sido bastante regular. Porque, además, los bajones de ánimo de 2019 no han ayudado nada a mantener esta costumbre de escribir y 2020 vino para cargársela del todo justo cuando más o menos la había recuperado.
Volver a plantearme un Reto 250, un reto de escritura diaria, con mi ritmo de vida, supone, por lo tanto, crear de nuevo un hábito, con lo que eso implica. Ahí es cuando entra en juego el taller de Cris de Crenpet y el NaNo de este año.
Sobre el hábito de escribir a diario: nuevo enfoque
Como nuevo enfoque que le quiero dar a esto de sacar un hueco para mi lado creativo a diario, para mí va a ser muy importante lo que he aprendido a lo largo de esta semana pasada. Ya no solo en el susodicho taller, que creo que ha sido de lo más interesante, también con respecto a los turnos de trabajo (nuevos, con la nueva vacante) y el estudio por medio.
Estos días de octubre van a ser de ensayo y error. De seguir aprendiendo cómo funciono según los turnos que tenga o los descansos. De aprovechar los días de menos trabajo para estudiar porque el tiempo es finito y tengo que sacarlo de donde sea para rendir. Y de buscar cómo puedo encontrar mi media hora diaria para escribir. Sin faltas. Intentar volver a ese hábito, probar horarios y momentos, experimentar.
Noviembre y el NaNo van a ser cuando, por fin, vaya a poner en marcha el hábito como tal, no solo de intentar escribir sino también de buscar de forma consciente el momento en el día a día. Va a ser cuando podré poner en práctica lo aprendido en octubre, lo visto en el taller de Cris y volveré a hacer algo que he echado muchísimo de menos. Porque mi meta este año en el reto no es otra que retomar el viejo hábito de escritura mientras intento ponerle palabras a este año tan extraño.
No quiero llamarlo Reto 250 porque ya no busco las palabras en sí, busco el momento, y porque, más importante, me recuerda a ese reto pasado que he intentado continuar durante años, sin éxito. Prefiero renombrarlo, como paréntesis literario y terapéutico que es para mí, como Paréntesis creativo. Porque esto va más allá de un reto, de una meta, esto va de que mi lado creativo se exprese y salga a flote a diario.
Paréntesis creativo: media hora cada día, que las letras vayan surgiendo. En papel o en pantalla, según apetezca. No creo que sea demasiado difícil de conseguir.