A veces anoto algo, que me viene como una llamarada repentina. Ilumina la oscuridad y el camino de pronto se hace más visible. Sé que tengo que escribir sobre eso. Sé que lo que acaba de aparecer ante mí merece que cargue la pluma, me vuelque en el folio y avance.
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La sesión de escritura más importante de todas
La escritura, como tal, funciona a sesiones más o menos planificadas. De todas estas sesiones había una, la más importante de todas, que tenía pendiente desde hace un tiempo y no había podido hacerla. Esta semana, por fin, pude enfrentarme a la hoja en blanco más dura: la de tomarle el pulso a mis proyectos.
El desbloqueo de la hoja en blanco
Parece mentira, pero lanzarse de cabeza frente a una hoja en blanco sabiendo que al final de la sesión algo debe salir sí o sí puede ser lo más desbloqueante que existe. En estos momentos en que mi concentración va fluctuando entre «ninguna» y «escasa» saber que la entrada semanal debe salir sí o sí es de esas cosas que consiguen que me espabile, me arremangue, me siente frente al portátil y me pelee, semana tras semanas, en sacar algo adelante.
Escritura maternal
No descubro el Mediterráneo precisamente al decir que escribir, siendo madre, es siempre más complicado. Encontrar huecos donde apenas los hay para ser creativa, ese es el gran reto.