Si escribiera este artículo hablando de trucos milagrosos para volver a escribir tras un parón o bloqueo como si fuesen los mismos con los que yo haya pasado de hacer un total de cero palabras a más de mil o dos mil diarias os estaría mintiendo en vuestra cara. Y desde luego nunca ha sido mi estilo hacer eso, me gusta ir con la verdad por delante.
Regodearme en lo malo tampoco ha sido nunca mi estilo, como tampoco lo ha sido jamás excusarme en circunstancias para no hacer nada. Más bien al contrario, siempre he sido de ponerme el mundo por montera y tirar adelante sin dejar de pelear y luchar. No digo que sea el mejor estilo del mundo, pero así es como funciono. Me doy mi tiempo, me permito la pausa y estudiar los motivos que me llevan a esas situaciones para, a continuación, darlo todo con más ganas si puede ser.
Las circunstancias
Sigo completamente bloqueada en cuanto a escritura. Vivo en un periodo de adaptación entre retomar el estudio intensivo, hacerme a otros horarios que vienen con nuevos contratos y buscar un hueco para escribir un rato cada día. La mayoría no lo consigo, el cansancio y hartazgo que he ido arrastrando desde enero no me los he quitado de encima todavía. Y eso que celebré casi por todo lo alto el cambio, entre la entrada de la vuelta a la rutina por aquí y la del informe post-guardias. Pero una combustión a fuego lento (o no tan lento) de meses no se pasa así como así y es ahora, que empiezo a hacerme a la idea del estudio y empiezo a incluirlo en mi vida tendente al caos últimamente, cuando me va a tocar pensar en si existen los milagros y los trucos para volver tras el bloqueo.
Sé que no, por adelantado.
Y sí, me apetece a pesar de lo que me viene encima apuntarme al NaNo. Sí, estoy loca, sé perfectamente que no estoy en las mejores condiciones para pasar de nada a cincuenta mil palabras mientras trato de estudiar un EIR compaginándolo con el trabajo. ¿Qué truco milagroso voy a emplear entonces? ¿Qué voy a hacer?
Lecturas inspiradoras
Aún estoy todavía inmersa en la relectura de la saga de Harry Potter que empecé el pasado 1 de agosto (y que comento por aquí). Pero de aquí a que termine octubre espero no solo haber acabado con esta relectura, también quiero leerme uno de esos libros que siempre me inspiran y me dan ganas de escribir y crear a borbotones: 2k to 10k, de Rachel Aaron.
Este libro no sé ya cuántas veces lo habré nombrado por aquí, porque siempre lo recomiendo. Es de esas lecturas que no importa cuántas veces acuda a ella, puedo extraer algo de ella y termino con ganas de escribir más y más. Es ideal de cara al NaNo, sobre todo. Aunque está en inglés creo que se entiende perfectamente, no es complicado.
También acudiré a los libros de Isaac Belmar, Escribir bien (que ya he leído hace tiempo y recomiendo muchísimo) y su último publicado, Escribir mejor (al que le tengo ganas y le meteré mano cuando relea el anterior).
Dudo que todo eso falle, pero siempre puedo acudir también a leer los artículos de Gabriella Literaria, que se aprenden en ellos bastante (y tiene libros sobre escribir, por si alguien le quiere echar un ojo).
El lujo del momento ideal
Hasta qué punto podré darme estos lujos de aquí a que empiece el NaNo teniendo en cuenta horarios de estudio y trabajo va a ser algo imposible de predecir. Pero tengo claro que siempre que pueda intentaré buscar un hueco más allá de un puñado de minutos al día, más holgado (con media hora suficiente) para dedicarme a fluir en papel cuanto me apetezca y surja.
No pretendo nada. Ni siquiera me he marcado una meta. No tengo un proyecto del que tirar aún, nada que pueda decir en firme. Simplemente me apetece soltar lastre, soltar lo que llevo dentro, deshacerme de ideas para luego poder trabajarlas. Como alguna vez he dicho por aquí, pienso en papel y es lo que me apetece hacer.
¿Servirá todo esto para salir del bloqueo? Eso espero. Desde luego, lo iré contando por aquí conforme vayan pasando las semanas.