Sinceramente, me siento algo perdida en estos días.
Sobre Catenarias
Tuvimos los autores de Ediciones Medina mucha, muchísima suerte. Como ya os conté, pudimos recuperar los derechos de nuestras obras y cobrar lo que nos correspondía en cuestión de derechos de autor. Hasta ahí bien, perfecto, se hizo justicia y, por suerte, la pesadilla acabó.
Ahora viene la segunda parte, la de darle de nuevo a Catenarias la oportunidad que se merece.
A ratos me digo que todavía no es momento de pensarlo. Estoy todavía asentándome, aunque ya con algo más de orden en mi vida. Y quizás por eso es cuando estoy empezando a ver opciones para el libro, a estudiar de nuevo posibilidades. Siempre es más complicado cuando ya ha sido publicado anteriormente.
Tengo ciertos miedos y reparos, no me escondo. En esta página mía, en este mi Plan de cuidados literario, me leéis desde hace años compartir mis procesos, con sus luces y sombras, y esta vez no iba a ser menos. Es por eso por lo que os comparto la sensación de que soy un mar de dudas en estos momentos, ninguna opción se cierra del todo.
Las opciones parece que se inclinan más por la autopublicación, no lo niego, pero tampoco lo confirmo porque no me siento aún cien por cien segura de si lo haré así o me tentará más otras opciones. No lo tengo claro. Lo único que sé es que mi cruz, en cualquier caso, será la portada. Encontrar una buena portada, con gancho, será la mayor odisea de todas, tome el camino que tome al final.
Sobre el libro que estoy escribiendo
Llevo sin escribir de verdad casi desde primeros de mes. Aún más sin acercarme al manuscrito del nuevo libro. No lo he olvidado ni mucho menos, solo he estado demasiado liada como para centrarme. Hasta ahora, que me he asentado un poco, me he sentido tan en transición, tan en movimiento, tan inestable, que me ha costado mucho centrarme.
Lo he notado también estudiando. Y eso que he ido cumpliendo, como buenamente he podido, con mis calendarios de estudio y la planificación que tenía. Es de lo poco que me ha hecho sentirme orientada en algún sentido.
Este fin de semana, por fin, he vuelto a sentir de nuevo el impulso de llevar el cuaderno encima y sacarlo. Y la semana pasada fue una de las últimas veces que me permití una sesión especial de escritura en calma: nada de embalar cajas, nada de estudio para las oposiciones, solo tiempo creativo de mí para mí.
Cuánto necesito darme un poco de eso cada semana, por favor. No es solo el ratito al día de plasmar lo que sea. No es, tampoco, cumplir un cupo de palabras por cumplir. Es, más bien, un momento de reflexión profunda, recopilación, trabajo y avances. Es algo que me llena más allá del hecho simple de escribir.
Necesito retomar el manuscrito: releerlo, sentir de nuevo que lo que apunto tiene sentido. Necesito que las imágenes que se me aparecen no se queden solo en imágenes, necesito plasmarlas y que se materialicen más allá del cuaderno. Que crezca el texto y, si es preciso, podarlo regularmente. Necesito calma y asentarme del todo para poder seguir creando.
Estoy dispuesta a sacar tiempo de donde sea para poder seguir llenándome mientras creo… Excepto del estudio, claro. Eso es sagrado. Pero será por una buena meta. Y estas sesiones de escritura, mi recompensa.
Ojalá poder tener igual de claro el resto del camino creativo y las dudas que se me plantean en estos momentos.