En estas fechas de diciembre, hace dos años, vio la luz por segunda vez y con cara renovada mi libro Catenarias. Y si ya es difícil la vida de un libro recién publicado, una segunda vida se antoja ya casi imposible.
Cómo se escribió Catenarias
El proceso de escritura de Catenarias es de esos procesos creativos orgánicos que solo podía salir de una única forma. Aunque todo empezó con una imagen, con una sensación que me evocaba y que quería plasmar, la pandemia vino a la vida de todos para darle la vuelta a todo y cambiar para siempre. Y tan para siempre que seguro que me estáis leyendo y habéis notado que el tiempo pre pandemia y post pandemia son periodos muy diferentes, que hay ahí como una laguna temporal complicada de procesar.
Pues escribiendo, todo eso, se notó. No fue una escritura al uso. No fue un proceso ordenado. No tengo recuerdos de sentarme a escribir por escribir, con una meta en mente. Al contrario, fueron semanas y meses de ir anotando cosas a vuela pluma conforme se iban sucediendo las imágenes e historias. Parte de lo vivido esos días mientras trabajaba en un centro de salud (con sus avisos a domicilio, sus PCR vestida con una bata de hule azul, las mascarillas, el miedo, las calles en solitario…) tal y como iba saliendo iba acabando en el papel, sin filtros.
Solo fue en noviembre, cuando me senté con la excusa del NaNoWriMo a ordenar todo lo que tenía, cuando fui consciente de que tenía un libro entre las manos. No antes, solo en ese momento. Y de ahí hasta enero todo fue pulirlo, trabajarlo y completarlo.
Es el libro que más rápido he escrito, pero la situación fue excepcional. Ya solo quedaba corregirlo y probar suerte con él.
La primera publicación de Catenarias
Poco tiempo después tuve mucha suerte y gracias a una amiga, un editor de una editorial pequeñita se interesó por lo que había escrito. Le mandé una muestra y le gustó, por lo que ya le mandé el manuscrito entero recién corregido. Y entre unas cosas y otras el libro vio la luz por primera vez en agosto de 2021 con una portada que, todavía, me encanta.
La verdad es que no tuvo mal arranque y, para ser una desconocida, me puedo guiar por la liquidación recibida y sé que no se vendió mal, aunque desconozco la cifra real. Sé que llegó a bastante gente. Me llegaron comentarios preciosos por lo escrito que agradezco de corazón.
El problema es que hubo problemas. La editorial resultó ser un fiasco y fuimos unos cuantos los afectados. Nos costó que nos pagasen, pero al final lo hicieron a principios de 2022.
Una segunda vida: volver a publicar Catenarias
Conseguir mover a estas alturas un libro ya publicado, un libro de poesía sobre la pandemia, se me antojaba casi imposible. Además, había quedado lo suficientemente escarmentada del mundo editorial como para no querer volver a la publicación tradicional en ese momento. Decidí, por eso, intentarlo con la autopublicación.
¿Podría haber salido antes? Pues seguramente, pero también por ese 2022 yo estaba muy centrada en prepararme las oposiciones de enfermería. Si hay algo que me dio mucha rabia con la anterior publicación fue cuando sacaron el libro que me pillara trabajando ese día, sin poder hacer publicidad en condiciones ni siquiera días antes, no me avisaron. Esta vez quería controlar los tiempos.
Conté con la ayuda inestimable de Elena Cardenal para la corrección y la maquetación. La foto de portada fue una foto que hizo mi hermano, Alex Garrido, que me encantó. Ya solo quedaba elegir una fecha y después de mi examen, en diciembre de 2022, vio por fin la luz mi libro Catenarias.
Desde entonces, Catenarias ha ido siguiendo su propio camino. Sé que con la publicidad que le he hecho ha llegado a gente que de otra forma no lo hubiese hecho. Sé que ha tenido más lecturas de las que hubiese esperado, de personas del otro lado del Atlántico incluso. Sé que el hecho de que estuviera disponible no solo en papel, también en digital, ha ayudado a que más de uno se decida a darme una oportunidad y leerme.
Pero no todo es bonito. Sé también que no es un libro que ahora mismo «interese». Soy perfectamente consciente desde que lo escribí en su día, plasmando la pandemia en versos, que podría tener «fecha de caducidad». Me da pena, pero soy realista. Aún así, no creo que sea un libro que haya muerto para siempre, el recuerdo está ahí para quien le apetezca leerlo. Salió de las entrañas y es lo mejor que pude escribir para entonces, estoy orgullosa del resultado.
Si le di una segunda vida hace dos años fue porque creo que se la merece. Porque no quiero olvidar ni que se olvide. Y porque la forma más honesta que tuve de plasmar lo vivido aquellos meses infernales de 2020 fue ese libro. Por eso continúa estando a la venta.
Y por eso quiero hoy celebrar esos dos años de publicación con vosotros.